Elecciones 2024
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Al leer el manifiesto que un grupo de 67 intelectuales, artistas, científicos, escritores, cineastas y académicos de Estados Unidos, Latinoamérica y España publicaron para expresar su rechazo al “discurso del odio” de Donald Trump, precandidato republicano a la presidencia de Estados Unidos de América del Norte, surgió en mi mente la interrogante de ¿cómo es posible que este retrogrado güero, pelos de estropajo, que odia a los inmigrantes mexicanos a pesar de que su abuelo, el constructor del origen de su fortuna, era un inmigrante alemán, sea precandidato a ser el cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos?

Entre los abajo firmantes del precitado manifiesto se encontraron personajes de prestigio como Mario Vargas Llosa, Elena Poniatowska, Fernando Savater, Roger Bartra, Javier Sicilia, Juan Villoro, Carmen Boullosa, Alejandro González Iñárritu, Gabriel Zaid y Enrique Krauze, entre otros, todos ellos con un intachable peso moral que se negaron “a guardar silencio frente a las alarmantes declaraciones del candidato a la presidencia de EU Donald Trump”.

En su escrito, las mujeres y hombres de pensamiento le reclaman a Trump: “Desde el anuncio de su candidatura, ha acusado a los inmigrantes mexicanos de ser criminales, violadores y traficantes de drogas, ha prometido deportar a 11 millones de ellos y ha hablado de construir un gran muro a todo lo largo de la frontera con México. Su discurso de odio apela a las más bajas pasiones, como la xenofobia, el machismo, la intolerancia política y el dogmatismo religioso. Todo lo cual inevitablemente recuerda campañas que en el pasado se han dirigido contra otros grupos étnicos, y cuya consecuencia fue la muerte de millones de personas. De hecho, las agresiones físicas contra los hispanos y los llamados a prohibir el uso público del español han comenzado ya”.

El grupo de los 67 también hace referencia en su manifiesto a la contribución de los hispanos a la economía estadounidense: “La expulsión de los inmigrantes mexicanos sería catastrófica para estados como California, Arizona, Nuevo México y Texas, donde la mayor parte del trabajo manual es mexicano”.

Concretamente citan el ejemplo de California, donde los hispanos generan 70,000 millones de dólares en diferentes rubros. Contundentemente aseguran: “Sin los trabajadores mexicanos, la economía del estado se iría a la ruina. Algo similar ocurriría con el resto del país”.

La proclama de los 67 bien intencionados hablantes de español, en la que también hacen referencia a los “comentarios soeces” que Trump ha lanzado a las mujeres, llega cuando el ególatra magnate inmobiliario ha sido superado en las encuestas del Partido Republicano por Ben Carson, un neurocirujano afroamericano, que de ser un demócrata de izquierda —así se definía— súbitamente se cambió al a la derecha de los republicanos —a eso le llamo yo nostalgia por la esclavitud—. También Carson está en contra de los indocumentados mexicanos a los cuales, dice, combatiría con drones que pueden ser utilizados para vigilar partes porosas de la frontera y para acabar con “las cuevas que se utilizan para ocultar gente” por los contrabandistas. (De verás que estos cabrones gringos piensan que la vida es una película de Hollywood).

Pero de vuelta con Trump y su nuevo libro titulado Crippled America —los estadounidenses usan el nombre de nuestro continente como si sólo fuera de su propiedad, por menos que eso ellos ya hubieran mandado marines— el título del libro puede traducirse como EU incapacitado o America lisiada. Según su autor, la premisa esencial de la publicación es “volver a America grande de nuevo” —como en inglés no hay acentos hasta eso le quitan a nuestra América.

America lisiada o EU incapacitado es, según el Washington Post, el manifiesto de campaña del candidato Trump. En la descripción que del libro hace Amazon —amazon.com—, lo compara con el plano de construcción de una casa “para volver a America grande de nuevo”.

El libro consta de 17 capítulos en los que toca siete temas: combate contra los inmigrantes indocumentados; reforzar militarmente Estados Unidos —¿más?—; sobre el calentamiento global insiste el troglodita Donald Trump que no es obra de los seres humanos; propone inversión en infraestructura —el hilo negro—; reformar el sistema educativo y acabar con los sindicatos magisteriales; defender la segunda enmienda que legaliza la portación de armas, y por último plantea la derogación de la ley de salud de Obama.

Pero la obsesión del precandidato es la inmigración de indocumentados mexicanos. Un capítulo del libro dedicado a este punto se titula: “Los buenos muros hacen buenos vecinos”. Ahí desahoga sus intenciones de ampliar con más de 1,600 metros adicionales el muro de la frontera con México, que en la actualidad es de 1,054 metros. (Sabrá Trump que existe el río Bravo (Grande) o querrá también ponerle barda). Además, tiene los huevos de prometer que México tendrá que pagar lo que cueste el muro. Propone varias formas de pago: aumento de cuotas fronterizas; aumento del costo de las visas; incluso, dice que podrían confiscar las remesas que los mexicanos mandan a México, porque se derivan de salarios devengados ilegalmente. Para eso me gustabas, pinche rata güereja.

Cada vez que leo de las aberraciones sociales, jurídicas y humanas del señor Trump, me invade el pensamiento y, confieso, hasta el deseo, de que ganara las elecciones de su país. Estoy seguro que sería la puntilla para el imperialismo estadounidense que está en evidente decadencia.