Elecciones 2024
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Si algo faltaba para confirmar que a Donald Trump se le van las cabras, ahí está la amenaza de enviar tropas a México para detener a los “bad hombres”, a menos que el ejército mexicano haga un mayor esfuerzo para detenerlos —según dijo.

La noticia sobre el deseo del crazy presidente es producto del extracto de una transcripción de la conferencia telefónica realizada entre los mandatarios de Estados Unidos y de México, obtenida por la agencia noticiosa The Associated Press. (¿En qué idioma sería la plática? No creo que Donald hable español y a nuestro presidente no se le da muy bien eso de la infrestructocho… infraestructuch).

La transcripción —según leí en El Economista— no aclara a quién se refería Trump con el concepto “bad hombres” —narcotraficantes, inmigrantes o ambos—, ni el tono o contexto de la declaración. Tampoco contiene la respuesta de Peña Nieto. Pienso que, cuando el orate del copete de estropajo se refiere a nuestro ejército y lo relaciona con los “bad hombres”, estos son los narcotraficantes.

Quisiera saber cuál fue la reacción de nuestro presidente que a estas alturas debería saber y considerar lo siguiente: En su libro El arte de negociar, el magnate neoyorquino escribió: “Me gusta provocar a mis adversarios para ver cómo reaccionan. Si son débiles los aplasto; si son fuertes negocio”. Nos gustaría ver un presidente fuerte que enfrentara con valentía al gringo demente y lo obligara a bajarle a las amenazas para negociar con él. Cuando Trump manifestó: “Creo que su ejército está asustado. El nuestro no, así que podría enviarlo para que se haga cargo”; bien pudo Peña Nieto contestarle: Pues para mí que antes de diagnosticar el estado emocional de las fuerzas armadas mexicanas, usted, su policía y su ejército deberían ubicar a los “bad hombres” estadounidenses y, de ser posible, acabar con ellos, que son los que posibilitan que las drogas infiltradas por los narcos mexicanos lleguen a sus ciudades y se vendan al menudeo por las calles como si fueran golosinas. ¿Podrán, porque ni siquiera saben quiénes son? —quiero imaginar al Ejecutivo mexicano cuestionar con ironía y agregar: Ahora que si no pueden solos porque sus hombres acostumbran matar únicamente en el extranjero y bajo el influjo de las drogas, les echamos una mano, al fin que a nosotros lo que nos sobran son huevos.

Por supuesto que la fuerza ante Trump debe ser mesurada, sin exagerar; sin llegar a lo que el periodista y académico Samuel Smith, el mexicano que más ha estudiado la relevancia social del chiste y del humor político, expone en un cuento humorístico compilado, entre muchos otros, en uno de sus libros, En la mira. El chiste político en México, publicado por editorial Taurus y que a continuación narraré, procurando ser fiel al lenguaje del recopilador. Aquí lo tienen:

Al enterarse que dos de sus paisanos fueron asesinados por la migra estadounidense, el presidente municipal de Parral, Chihuahua le ordena a su secretario: Comuníqueme inmediatamente al pentágono, estos pinches gringos van a pagar lo que hicieron con nuestros paisas. El secretario, como puede, lo comunica al pentágono. Pide hablar con el secretario de Guerra de Estados Unidos, con quien sostiene el siguiente diálogo:

—Óigame hijo de la rechingada, le hablo pa’ avisarle que el municipio libre y soberano de Parral, Chihuahua, le declara la guerra a los Estados Unidos por la muerte de nuestros paisas asesinados por la migra.

—No entiendo, ¿quién habla?

—El presidente municipal de Parral, Chihuahua, y se los va a cargar la chingada.

—Disculpe, pero, ¿en dónde está Parral? No sé de qué habla.

—Mira jijo de la chingada, no te hagas, ya sé que tienes a tus agentes de la CIA infiltrados en mi gobierno para desestabilizarme. Parral, si no recuerdas, está al sur de Chihuahua, México.

—Ah, ¿y ustedes nos declaran la guerra?

—Sí, culero, y no se rajen cabrones, les vamos a partir la madre.

—¿Sabe usted que le está declarando la guerra al país más poderoso del mundo?

—Pues a nosotros nos la pelan.

—¿Ah sí? ¿Y tienen armamento?

—No, pos, sí. La policía municipal ya tiene bicicleta, además algunos compas que se dedican al narco tienen sus cuernos de chivo y sus pistolas, pero no hace falta más. ¡Semos muy hombres, pendejo! Y ya se los cargó, ora sí.

—¿Sabe usted que Estados Unidos de Norteamérica en menos de tres horas puede lanzarle mil misiles, enviar ahí 300 aviones de combate, 700 helicópteros artillados, además de que llegarán tres mil soldados apoyados por 10 divisiones de tanques y cuatro de artillería pesada?

—¿Cuántos soldados dijo?

—Tres mil. ¿Cómo la ve?

—¡Ah, cabrón! Péreme tantito, a’í le marco.

Al rato vuelve a sonar el teléfono en el Pentágono:

—Oiga, sabe, nos rajamos…

—Pues, ¿no que muy hombres?

—Somos muy hombres, pendejo. Nomás que nos recortaron el presupuesto, las cosechas no han estado buenas, salió poco maíz y con la sequía se nos murieron algunas vacas y no quedan gallinas. ¿Cómo chingados le vamos a hacer para alimentar a tres mil soldados prisioneros? Pero de todos modos: ¡chinguen a su madre!