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En las películas gringas –son las que vemos más en México- cuando un preso es liberado, aunque haya pasado en la cárcel muchos años, le entregan los objetos que le fueron confiscados el día que lo encarcelaron. Así vemos que a algunos les devuelven su cartera conteniendo algunos dólares, un reloj, una fotografía de la novia a la que el ex reo va a buscar para acostarse con ella y provocar que la mujer le ponga los cuernos a la mitad de los hombres del pueblo. Se dan casos en los que los ex convictos reciben de regreso cosas nimias pero de su pertenencia: un chocolate cuya fecha de caducidad fue rebasada hace muchos años, una carterita de cerillos vacía e, inclusive, un palillo de dientes que el recién liberado se lleva a la boca; por la forma de moverlo dentro de la cavidad bucal el espectador intuye si el ex recluso volverá a delinquir o, realmente, ya está readaptado a la sociedad.

Como nunca he estado preso no me consta si entre los usos y costumbres de la impartición de justicia a la mexicana esté la de devolver los objetos que el detenido llevaba consigo al momento de su consignación o reclusión.

El único caso cercano a mí de alguien que haya sido encarcelado fue el de mi compadre El Ronco, que en paz espante, al que no le devolvieron lo que traía cuando le dieron pa’dentro porque se trataba de 27 gramos de mariguana.

Pero la pregunta que encabeza mi colaboración tiene que ver con el destino que se les da a las prendas que, sin ser el cuerpo del delito o formar parte de éste, son propiedad de los presuntos delincuentes, como es el caso del sombrero negro que el doctor José Manuel Mireles traía puesto el viernes pasado en el restaurante El Pollo Feliz, lugar donde el médico fue detenido –con una pierna de pollo en la mano- por elementos de la Policía Federal.

En el poco tiempo que José Manuel Mireles estuvo expuesto en los medios de comunicación se mostró como un líder natural y se caracterizó por su argumentación franca y bien articulada. En cuanto a su imagen, el bigote, que le fue rasurado al llegar al penal de Hermosillo, Sonora, y el sombrero negro con el cual cubría su hirsuta cabellera se hicieron emblemáticos.

De ahí mi interés por el paradero del atavío cuyo dibujo, con el hashtag #LiberenAMireles y la figura de un bigote debajo de éste, ha sido usado en las redes sociales por los simpatizantes del doctor. Las susodichas figuras impresas en cartón fueron utilizadas por la diputada perredista Selene Vázquez Alatorre para realizar, en plena sesión del Congreso de Michoacán, una protesta en pro de la libertad de Mireles.

Aunque el comisionado Castillo ha negado que Mireles haya sido encapuchado por los que lo detuvieron existen en Youtube una fotografía y un video donde se ve al michoacano encapuchado. Según la abogada de Mireles, Talía Vázquez, “el policía federal que lo detuvo le quitó el sombrero negro que todos tenemos como un símbolo, se lo ponía el federal y se tomaba fotos junto a Mireles con la cara tapada y le decían ‘baja la cabeza’, el otro con el sombrero muerto de la risa.

Todavía cuando llegaron aquí al aeropuerto se siguieron tomando fotos los federales entre ellos, con sus celulares, junto al doctor Mireles, como trofeo”.

Aunque no soy nadie para dar recomendaciones se me ocurre que los familiares del nativo de Tepalcatepec o a su abogada, la aludida Talía Vázquez, deberían reclamar a la instancia correspondiente, en este caso la Policía Federal -que fue la que apresó al médico-, la propiedad y devolución del sombrero. En caso de que la prenda ya la hubieran hecho perdediza, se podría hacer una acusación por robo, delito que se sigue de oficio y es obligación de la autoridad dar con el ladrón, aunque luego éste enfrente el proceso bajo una fianza mínima.

Para terminar quiero declarar que no soy de los que pretenden –como dice un analista y columnista político- “convertir al mítico –el adjetivo es por cuenta del precitado periodista- médico en una suerte de mártir de las causas perdidas del México del PRI en el poder”. Tampoco creo “que Mireles es algo así como la primera víctima del ‘autoritario’ gobierno de Enrique Peña Nieto”. De ninguna manera.

Lo que sí he percibido, y como yo creo que lo deben de haber percibido una buena cantidad de ciudadanos, es que el médico michoacano ha sido tratado -aprehendido, encapuchado, trasladado, rasurado y
rapado- como no hemos visto se haya tratado a ningún delincuente en el actual sexenio, incluyendo, por supuesto, al criminal más buscado del mundo: El Chapo Guzmán.

Independientemente de las posibles faltas en las que haya caído el ex vocero de las autodefensas de Michoacán, es el gobierno quien con toda su fuerza y capacidad de represión y venganza está convirtiendo a Mireles en mártir a los ojos del ciudadano.

ÁNIMO, DON ÁNGEL

A través de estas líneas quiero enviarle un saludo a don Ángel Jalili, gran músico y excelente persona, deseándole un total restablecimiento en su salud. Somos muchas las personas que lo queremos y necesitamos que se incorpore al trabajo que con tanta sapiencia y profesionalismo desempeña.