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¿Quién dijo contrapesos? El presidente de Estados Unidos tiene autoridad plena para imponer tarifas en materia de comercio internacional.

La Trade Act de 1974 le permite imponer aranceles de hasta 15% por 150 días para corregir un déficit en la balanza de pagos, sin necesidad de dar ninguna explicación sobre presuntas malas prácticas.

La buena noticia para México es que la construcción del muro no será en fast track. Requiere la aprobación del Congreso de una partida especial. La mala noticia es que el presidente de Estados Unidos tiene amplias facultades para cambiar las reglas del juego en materia comercial. Donald Trump podría actuar al margen del Congreso para imponer tarifas a las importaciones que vienen de México, por ejemplo.

Un arma central de este arsenal jurídico es la International Emergency Economic Powers Act, que data de 1977. Esta ley autoriza al presidente a declarar la existencia de “una amenaza extraordinaria que se origina total o parcialmente fuera de Estados Unidos”. Después de hacer una declaración de amenaza, el presidente puede bloquear transacciones, congelar activos o usar casi cualquier método que le permita conjurar el peligro.

¿Es el comercio con México una amenaza para Estados Unidos? Donald Trump no ha usado esa palabra, pero ha enfatizado los perjuicios que causa en su país. ¿Qué importa que sus datos sean imprecisos? Vivimos en la era de la post truth, de la verdad emocional, donde cada quien cree las versiones que se parecen más a sus sentimientos.

Un ataque frontal y exitoso contra el NAFTA estaba fuera del radar hace un año, pero lo imposible está ocurriendo. Ahora aparece como escenario más posible una renegociación agresiva del TLC por parte de Estados Unidos. Por eso, las automotrices están revisando sus planes en México. Por eso, el peso pierde “peso” cada vez que Trump tuitea. La divisa mexicana se ha depreciado 5.26% desde que empezó el 2017. La depreciación acumula 15.3%, desde la visita de Trump a México, el 31 de agosto.

Las facultades discrecionales que otorga la ley de Estados Unidos al presidente son superpoderes en manos de alguien como Donald Trump. Le han permitido presionar a las empresas automotrices y le permitirán hacerlo con empresas de otros sectores. El próximo presidente de Estados Unidos sabe moverse en las zonas grises de la ley. Lo hizo para evadir impuestos y ahora lo hace para ejercer poder, antes de tomar posesión. No está regulada la cuenta de Twitter del próximo ocupante de la Casa Blanca; por eso la usa como arma de destrucción reputacional. Tampoco está regulada la presión a las corporaciones. En parte por eso, el señor del tupé actúa como dictador sudamericano ante las corporaciones.

Los estrategas de las empresas automotrices han entendido que Trump puede aplicar aranceles y no quieren arriesgarse a averiguar si está bluffeando o va en serio. Cuenta muy poco que Estados Unidos pertenece a la Organización Mundial del Comercio y que ha firmado un TLC con México y Canadá, además de otros 18 acuerdos con el mismo número de países. La legislación interna de Estados Unidos implica contradicciones con el NAFTA y con las normas de la OMC, pero en ese país prevalecerá la ley local. Eso es uno de los privilegios de ser la mayor potencia mundial. Eso es injusto y riesgoso. México no está preparado para un liderazgo proteccionista en Estados Unidos.