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Un amigo le presume a otro: Ya encontré trabajo, sueldo regular, pero tengo prestaciones y, sobre todo, la empresa y yo firmamos un contrato, lo cual me garantiza que tengo trabajo seguro. Te felicito, dice el otro que continúa la charla: a mí me ofreció trabajo una empresa con buen sueldo, prestaciones y firma de contrato, pero lo rechacé. ¿Por qué? Porque el trabajo me pareció inseguro. Pero si firmas contrato, el trabajo es seguro. Por ese lado sí había seguridad, pero me di cuenta de que el trabajo era inseguro porque la empresa se llama Mexichem y la planta está en Pajaritos, Veracruz.

Valga este chiste simple como introducción a la columna de hoy 28 de abril, fecha que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) han dedicado a conmemorar el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo.

Este año, el tema de la seguridad y salud laborales se centrará en las tendencias mundiales sobre el estrés relacionado con el trabajo y su impacto.

El estrés relacionado con el trabajo es en la actualidad reconocido como problema global que afecta a todas las profesiones y a todos los trabajadores, tanto en los países desarrollados como en los que están en vías de desarrollo. El lugar de trabajo es una fuente importante de riesgos psicosociales y, al mismo tiempo, lugar idóneo para tratarlos y proteger la salud y el bienestar de los trabajadores.

El párrafo que leerán a continuación lo saqué de la página de Internet de las Naciones Unidas y me sentiría satisfecho de la transcripción si fuera leído por algunos empresarios mexicanos que si bien están en el ranking de los más ricos del país y del mundo, son cicateros y mezquinos no sólo con los sueldos de sus trabajadores, sino con las condiciones de los lugares de trabajo. La ONU refiere lo siguiente:

“Una cultura nacional de prevención en materia de seguridad y salud en el trabajo implica el respeto del derecho a gozar de un medio ambiente de trabajo seguro y saludable a todos los niveles; la participación activa de los gobiernos, los empleadores y los trabajadores para asegurar un medio ambiente de trabajo seguro y saludable a través de un sistema de derechos, responsabilidades y deberes definidos y la atribución de la máxima prioridad al principio de prevención”.

El párrafo viene con dedicatoria para el distinguido empresario don Antonio del Valle Ruiz, el séptimo hombre más rico del país, con una fortuna calculada de 4,490 millones de dólares; dueño de Mexichem, la empresa que se asoció con Pemex para administrar la planta Petroquímica Mexicana de Vinilos instalada en el parque industrial Pajaritos en Coatzacoalcos, Veracruz, que sufriera el pasado 20 de este mes una tremenda explosión que dejó un saldo de 32 trabajadores muertos y poco más de 100 heridos.

Algunos trabajadores sobrevivientes dieron testimonio de que dentro de la planta faltaban protocolos de seguridad, que de contar con ellos la tragedia hubiera podido evitarse. Otros hicieron ver que el miércoles por la mañana fueron evacuados en dos ocasiones por fugas y luego volvieron al trabajo. La explosión ocurrió a las 3:30 de la tarde. ¡No puede ser! Las fugas eran indicio de que el peligro estaba latente y aun así los pusieron a trabajar. ¿Y el sindicato? Haciendo lo que los líderes corruptos como Romero Deschamps saben hacer: quedar bien con el nuevo patrón.

Ésta fue la primera catástrofe sufrida desde que se aprobó la Reforma Energética —con la cual, según los anuncios, nos iba a ir muy bien a todos—; fue producida por la rapacidad de la empresa Mexichem que lo primero que debería de haber hecho, como socia de Pemex, era darle mantenimiento a la achatarrada planta y dotarla de lo necesario para prevenir accidentes y para el resguardo y protección de los trabajadores. Una vez realizado lo anterior, comenzar con su explotación.

El escritor uruguayo Eduardo Galeano (3 de septiembre de 1940-13 de abril del 2015) fue el que me dijo a través de su libro Los hijos de los días que el día de hoy estaba dedicado a la seguridad en el trabajo. Comparto su texto referente al 28 de abril.

Este inseguro mundo

“Hoy, día de la seguridad en el trabajo, vale la pena advertir que hoy por hoy, no hay nada más inseguro que el trabajo. Cada vez son más y más los trabajadores que despiertan preguntando: ¿Cuántos sobraremos? ¿Quién me comprará?

Muchos pierden el trabajo y muchos pierden, trabajando, la vida: cada quince segundos muere un obrero asesinado por eso que llaman accidentes de trabajo.

La inseguridad pública es el tema preferido de los políticos que desatan la histeria colectiva para ganar elecciones. Peligro, peligro, proclaman: en cada esquina acecha un ladrón, un violador, un asesino. Pero esos políticos jamás denuncian que trabajar es peligroso, y es peligroso cruzar la calle, porque cada veinticinco segundos muere un peatón, asesinado por eso que llaman accidente de tránsito; y es peligroso comer, porque quien esté a salvo del hambre puede sucumbir envenenado por la comida química; y es peligroso respirar, porque en las ciudades el aire puro es, como el silencio, un artículo de lujo; y también es peligroso nacer, porque cada tres segundos muere un niño que no ha llegado vivo a los cinco años de edad”.

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