Debido a los eternos bloqueos carreteros cortesía de los “maestros” indeCNTEs que lamentablemente han provocado un terrible desabasto en múltiples restaurantes, merenderos, fonditas y hasta puestos de fritangas, me he visto obligada a buscar en mis viejos recetarios algún platillo que además de reunir las tres “B” (bueno, bonito, barato) también tenga la cualidad de … Continued
Debido a los eternos bloqueos carreteros cortesía de los “maestros” indeCNTEs que lamentablemente han provocado un terrible desabasto en múltiples restaurantes, merenderos, fonditas y hasta puestos de fritangas, me he visto obligada a buscar en mis viejos recetarios algún platillo que además de reunir las tres “B” (bueno, bonito, barato) también tenga la cualidad de poderse preparar rápido y que le llene rápidamente la barriga a todos los comensales que para estas alturas ya deben estar bastante hambrientos.
Así que vamos a darnos prisa para preparar unos indigestos tamalitos oaxaqueños de pejelagarto
INGREDIENTES:
- 1 pejelagarto caduco, necio, mesiánico y muuuuuy oportunista
- 4 hojas de cerrazón
- 1 cebolla de violencia
- 4 dientes de ajo(derse)
- ¼ de kilo de pierna de puerco magisterial
- ½ kilo de mole negro de malas intenciones
- ¼ de manteca de cerdo (se puede sustituir por un líder sindical bien machacado)
- 1 kilo de masa de protestas
- ½ taza de agua(ntarse) de toma de carreteras y 2 cucharadas de desesperación
- 1 pizca de indecisión gubernamental
- 20 gotas de desinterés oficial
- sal al (dis)gusto
PREPARACIÓN:
Las hojas de cerrazón se cuecen por varias semanas al calor de la molestia social. Se escurren, se desenrollan y se cortan en distintos cuadros de 20 x 20 cms. Aproximadamente y se envían a distintas carreteras. La carne de pejelagarto también se cuece con oportunismo, demagogia y populismo, sin olvidar cubrirla con violencia y malas intenciones. Se deja enfriar, se le quitan los alardes electoreros y se le corta en pedazos pequeños. El caldo servirá para las protestas.
El mole negro de malas intenciones se combina con la parte grasosa del caldo y se pone a calentar con marchas.
La manteca se bate hasta que desespere a los estudiantes y los ciudadanos.
Todo lo anterior se va incorporando al caldo hasta que quede por encima de la indecisión gubernamental y el interés oficial, y cuando ya se haya formado una masa molesta y desesperante, se hacen bolitas del mismo peso y tamaño y se les untan carne de pejelagarto y pierna magisterial, envolviéndose en las hojas de cerrazón. Se meten dentro de una olla de grillos y se cocinan al fuego lento de las demandas inconcebibles y una vez que estén bien cosidos se sirven al (dis)gusto de toda la gente.
¡Mal provecho!
Contacto.- www.lapoliticamedarisa.mx