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México debería empezar con tres No su negociación con el gobierno de Trump: No al Muro, No a las deportaciones masivas, No a la renegociación del Nafta.

Los No pueden tener matices, pero sobre todo deben tener réplicas y contrapropuestas que introduzcan en la negociación el conjunto de la relación bilateral.

Jorge Castañeda y Armando Ríos Piter han esbozado en el número de enero de Nexos algunas de las réplicas que México puede poner en la mesa (http://bit.ly/2hL5Bdx).

La primera es no renegociar el Nafta, dejando a Trump la responsabilidad completa de suspender el acuerdo y de explicar su decisión a las partes afectadas de su país: innumerables empresas y unos 5 millones de empleos.

Roto el Nafta, añade Arturo Fernández, rector del ITAM, en un texto particularmente digno de ser leído en esta coyuntura, México podrá acogerse a las reglas de la Organización Mundial de Comercio que supondrían un aumento arancelario para sus productos de un 2%, perfectamente asimilable por la industria exportadora mexicana (http://bit.ly/2k2my5R).

La segunda respuesta es resistir a la política de deportaciones en los tribunales estadunidenses, fortaleciendo los consulados y exigiendo a las autoridades migratorias de allá que identifiquen cabalmente la nacionalidad del deportado antes de aceptar la deportación acá.

Una tercera respuesta, quizá la más clave simbólicamente, es resistir por todos los medios legales, diplomáticos, mediáticos y políticos la mismísima idea de construir el muro. Habría que levantar, añado yo, un muro público de rechazo al muro que se haga sentir en los medios y en las calles de ambos países.

Una cuarta respuesta sugerida por Castañeda y Ríos Piter es dejar de perseguir en México la mariguana, que ya es legal en estados contiguos de México como California.

Una quinta sería suspender la detención en territorio mexicano del flujo migratorio centroamericano que la revista The Economist calcula en 200 o 300 mil personas al año.

Por último, está el litigio en los foros internacionales en defensa de los valores que han regido la convivencia entre naciones y de los que Estados Unidos se asume líder global.

Todas estas son respuestas que tensan pero no quiebran el orden de la relación bilateral. Hay otras, que pueden tocar su corazón.

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