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Bien hace Luis Videgaray, secretario de Hacienda, en refrendar que a pesar de los recortes al gasto público no se afectarán las subvenciones destinadas a la construcción de vivienda.

Y es que uno de los sectores que más resintió la alternancia partidista en la Presidencia de la República fue precisamente el de los desarrolladores de vivienda, que de la noche a la mañana vieron como se cancelaban las reglas del juego panista sin que les ofrecieran de inmediato una nueva batería de lineamientos priístas.

El resultado fue una debacle de las constructoras que contribuyó al derrumbe del crecimiento económico de aquel primer año, con todo y el cierre a la llave del gasto público que se presentó.

Pasada la curva de aprendizaje, esta administración imprimió su estilo en un mayor gasto público y una mayor carga fiscal a los contribuyentes cautivos. La actividad privada evidentemente se desinfló y el gasto del gobierno iba bien hasta que se derrumbó el precio del petróleo.

Y aquí estamos, en la virtud gubernamental de haber logrado más ingresos tributarios, aunque fuera con cargo a los mismos de siempre, y sobre todo con la plausible decisión de bajar el gasto público antes que endeudar más al país.

Paradójicamente, el mejor planteamiento gubernamental llega para el cuarto año de gobierno, uno que estará marcado por la austeridad, los bajos ingresos petroleros, las turbulencias monetarias internacionales y otras calamidades que se deriven de esta globalización de las finanzas.

Pero lo mejor que podemos ver para el 2016 es justamente que México se compromete a destacar de entre las naciones emergentes en medio de los tiempos difíciles.

La promesa es una y es muy importante: disciplina. Y eso vale mucho en estos tiempos.

El presupuesto base cero es algo relativo en una economía con tantos compromisos de gasto ineludibles. Desde el pago del servicio de la deuda hasta las pensiones de millones de ex trabajadores del Estado. Con tantos gastos comprometidos, lo que queda para replantear desde cero es francamente poco, pero puede ser suficiente para recortar los 135,000 millones de pesos que se planean ahorrar.

La realidad es que el incremento al gasto público que se estableció desde el 2014 y que se pretendió para este año no marcó una diferencia sustancial en el crecimiento, por eso vale más la señal de disciplina para promover las inversiones.

Son muchas las economías del mundo que hoy tienen monedas castigadas por el dólar fuerte, son algunas las que tienen una dinámica de crecimiento que pudiera resultar atractiva para los inversionistas, pero son muchas menos las que tienen condiciones financieras estables como para aumentar las garantías de los que quisieran aprovechar la coyuntura para invertir.

Por eso, la promesa de disciplina que hoy refrenda el secretario Videgaray se convierte en el mayor activo para México, que ofrece esa garantía a los que lleguen hoy con sus dólares, los cambien a razón de 15.50 por pesos e inviertan en este territorio.

Desde el Banco de México se encargan de generar la confianza en la estabilidad de precios que es otra condición indispensable para quien arriesga su dinero.

Así es que por paradójico que pudiera resultar la austeridad, los recortes, los menores gastos del gobierno son lo que hoy puede complacer más a los inversionistas potenciales.