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En Estados Unidos siguen discutiendo las implicaciones de la mudanza de Carrier a México. ¿Por qué aquí no lo hacemos?

¿Qué hay de bueno acerca de México? ¿Qué es lo bueno de ir para allá?, le preguntó Jim Cramer, el conductor del programa Mad Money de CNBC al presidente de Carrier, Greg Hayes.

La respuesta empezó con un elogio: “Tenemos una fuerza laboral muy talentosa en México. Los sueldos son mucho menores, alrededor de 80% más bajos, pero el ausentismo es apenas de 1% y la rotación de personal es 2 por ciento. Es una mano de obra muy, muy dedicada”.

Luego del elogio, vino una reflexión que debería abrirnos los ojos: “Los empleos no son atractivos en el largo plazo (…) Te voy a decir una cosa, Jim, lo importante no es estar preparado para el trabajo de hoy.

Nuestro foco es cómo entrenamos a la gente para los trabajos del mañana”.

Los argumentos del presidente de Carrier van dirigidos a un público estadounidense que parece ávido de conocer detalles del proceso de mudanza de Indiana a México y de regreso. En un primer nivel las preguntas son muy directas: ¿cuántos empleos se salvaron en Estados Unidos? ¿Cuántos vendrán finalmente a México?

Las cifras divulgadas no cuadran, tampoco contribuyen a la narración del happy ending que propone Trump. La planta de 1,100 trabajadores se quedará en EU, pero perderá 550 puestos. Ésos no vendrán a México, porque serán eliminados por la puesta en marcha de un proceso de automatización que costará 16 millones de dólares. Carrier recibirá incentivos fiscales para mantener la planta. El otorgamiento del apoyo genera críticas a la derecha y a la izquierda. Gente del Tea Party, como Sarah Palin, describe este apoyo como crony capitalism, capitalismo de cuates. El demócrata Bernie Sanders, desde la izquierda, critica un apoyo fiscal para hacer una inversión que eliminará puestos de trabajo.

La maniobra de Carrier también ha sido objetada por su opacidad. Es un hecho que no se cancelan los planes en México, pero no queda claro cuántos empleos se trasladarán. Según The Wall Street Journal, la compañía movería hasta 1,300 empleos.

El Carrier Gate es muy interesante por lo que revela de lo que será la presidencia de Trump, pero también por lo que muestra de la forma en que funciona el modelo de manufactura binacional dentro del NAFTA. México ha sido muy exitoso en posicionarse como el lugar que ofrece en la zona norteamericana la mezcla óptima de bajo costo, alta calidad y disciplina laboral.

¿Qué pasa con el futuro? La agresividad de Donald Trump nos está haciendo (involuntariamente) el favor de ayudarnos a entender cómo nos ven. Somos el lugar donde el trabajo es 80% más barato y tiene menor ausentismo y rotación que en Estados Unidos. En el contexto del TLC, los sueldos en México no han mejorado respecto a los de Estados Unidos. La brecha ha crecido, incluso en las actividades hechas en México para exportar al mercado de América del Norte.

¿Queremos seguir así? Los países desarrollados están pensando en los trabajos del futuro y tienen estrategias para mantener los mejores empleos en sus territorios. Algo parecido hacen las grandes empresas. La batalla es quién hace el diseño, la investigación y el desarrollo. Las palabras del CEO de Carrier son un elogio con espinas. La fuerza laboral de México tiene calidad y talento pero compite por “barata y disciplinada”.

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