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La respuesta en el gobierno del presidente Peña Nieto es sencilla: porque ya no nos va a dar nada. La respuesta a la pregunta de por qué se resolvió anunciar que se extraditará al Chapo Guzmán a Estados Unidos lo más rápido que se pueda.

Hace dos semanas, cuando se cumplía una de la recaptura del Chapo, publiqué aquí otra respuesta, la que me dio Miguel Ángel Osorio Chong a una pregunta también sencilla: ¿el secretario de Gobernación piensa que se le debe extraditar? “El proceso legal es muy largo”, dijo. “Creo que en este momento es más importante la información que el criminal nos pueda dar y que nos ayude a generar tranquilidad en esa zona del país donde él tenía influencia”.

O El Chapo soltó la sopa mucho antes de lo calculado, o en pocas horas el gobierno concluyó que no obtendrá información útil. Como sea, habría dado lo que tenía que dar y que los americanos se hagan cargo del ahora fútil bulto.

Hay una versión extendida de que tras la captura de febrero de 2014, el entonces procurador Jesús Murillo Karam le pidió al Presidente que le “dejara” unos días al Chapo y vería todo lo que le iba a sacar. Según la versión, sólo le sacaron dos, tres generalidades. A la PGR de Arely Gómez no se le ocurrió solicitar semejante oportunidad.

El Chapo se irá, pues, cuando sus abogados sean derrotados. En el gobierno hay confianza de que será en 2016. A cambio, se asegura, México recibiría de Washington reciprocidad en al menos tres casos de extradición.

El presidente Peña Nieto y el secretario Osorio Chong no quisieron complicarse la vida. En vez de aprovechar la resonancia de la captura para relanzar los programas carcelarios y proyectar una imagen renovada de eficacia y rectitud, le entregarán un prisionero al gobierno de Obama, quizá al de Trump. Asunto resuelto con el sello pragmático de la casa. Si El Chapo ya no va a dar nada, súbanlo a un avión.

Lo que cuente en Estados Unidos, lo que dé allá, al parecer tiene sin cuidado a la administración peñanietista. Saben que dirá que planeó con Osorio Chong el escape por la regadera y el túnel. Que Nuño limpió el terreno y que Beltrones era su intermediario. Y que se comunicaba en un chat ultra secreto (no como el de Kate) con el propio Enrique Peña Nieto.

Pensar así es suponer que la CIA, la DEA, el ICE, le tendrán más confianza a Los Pinos que a un famoso narco con incentivos en inglés para enterrarse enterrando políticos mexicanos. Esos políticos que, Trump volvió a machacar ayer, han estafado a la buena sociedad americana.

MENOS DE 140. ¿Habrán visto Peña Nieto y Osorio Chong la cuarta temporada de Homeland? Los errores, la locura y las traiciones destrozando a Washington.

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