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El nuevo director de Pemex logró reducir costos en compras y en operación en el IMSS. Sin hacer gran publicidad, sacó al organismo de la quiebra técnica…

¿Podrá González Anaya salvar a Pemex? Es difícil recordar un momento en el que se haya puesto tanta atención al relevo en la petrolera. El tamaño de la crisis de la empresa y las capacidades demostradas por este funcionario se han combinado para generar grandes expectativas.

Pemex vive la mayor crisis de su historia. Las pérdidas de los nueve primeros meses del 2015 equivalen a 1,305 millones de pesos diarios, récord en la historia empresarial mexicana. Su deuda equivale a 87,000 millones de dólares, casi 90% más que en el 2012. Su producción está 35% debajo del nivel máximo alcanzado en el 2004. La balanza comercial de petrolíferos registra déficit por primera vez. En el 2013, había un superávit de 20,000 millones de dólares; en el 2015 hay saldo negativo. Además, están los robos: cada día Pemex “pierde” gasolina, diésel y crudo con valor de 50 millones de pesos.

La crisis es polimorfa: productiva, financiera, organizacional y de relaciones estratégicas. Con esos números, Emilio Lozoya no podía darse el lujo de confrontarse con Luis Videgaray. El secretario de Hacienda sigue siendo el hombre más poderoso del gabinete. Cuando hace dos semanas Videgaray anunció un programa de apoyo a los proveedores de la petrolera, no tendió un salvavidas para Lozoya. Le quitó capacidad de interlocución.

González Anaya llega con el apoyo pleno de Hacienda. Ésa es una de las principales ventajas que tendrá respecto de su predecesor. Otra ventaja es que se encontrará el camino allanado, en la difícil negociación con el sindicato. En el 2015, hubo recorte de 10,300 plazas y un cambio en el esquema de pensiones, que podría sumar ahorros de 300,000 millones de pesos. Para el 2016, estaba casi amarrado un recorte adicional de 20,000 plazas.

El nuevo director de Pemex implementará un programa de austeridad, que no tiene precedente en la historia de la petrolera. Tiene el perfil para hacerlo. En el IMSS logró reducir costos en compras y en operación. Sin hacer gran publicidad, sacó al organismo de la quiebra técnica. Una gran parte del optimismo que acompaña su llegada a Pemex tiene que ver con esta experiencia exitosa en el IMSS.

¿Será suficiente? El director de Pemex tiene menos poder real del que los símbolos proyectan. Sus decisiones están “moduladas” por su interacción con los poderes reales y fácticos que se tejen en torno a la mayor empresa de México. Se habla mucho del sindicato, pero hay otros grupos que pesan. Por ejemplo, los ingenieros petroleros, que a menudo actúan como un bloque de resistencia a la dirección. Los proveedores, un contingente empresarial poderosísimo y parte esencial en el funcionamiento de la empresa. La crisis de Oceanografía le costó a Pemex una caída en la producción. ¿Quién dijo codependencia? Last but not least, la Secretaría de Hacienda, el ogro filantrópico en el Consejo. La relación entre el secretario Videgaray y el director González es excelente, pero la relación entre la secretaría y la empresa será complicada. Petróleos Mexicanos no dará tantos ingresos como en otros tiempos. Demandará apoyo como nunca.

González Anaya enfrentará un escenario de bajos precios mundiales que seguirá golpeando los ingresos de la empresa y un nuevo marco regulatorio que, producto de la reforma energética, traerá competencia y vigilancia creciente sobre la actuación de Pemex. Retos no faltan. ¿Podrá rescatarla?

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