Elecciones 2024
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Hace no mucho, en una discusión previa de alguna reforma política, se habló de crear la figura de vicepresidente para, entre otras cosas, amortizar los impactos de la política y permitirle al Presidente de la República lucir como un gran, sonriente jefe de Estado y primerísimo embajador de la nación.

Nadie acompañó la propuesta, pero el presidente Peña Nieto la aplica en buena medida. Hay un vicepresidente de la política y la seguridad, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, que enfrenta problemas, diseña estrategias, apaga fuegos y dialoga con los plenos poderes que le otorga su jefe. Y hay un vicepresidente de la economía, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, que hace lo propio en las crisis, orquesta el funcionamiento de las empresas públicas, vigila las tareas sociales, aprieta la recaudación, diseña y acuerda, supervisa y corrige.

Los vicepresidentes, con sus segundos, desempeñan también el trabajo de voceros en los momentos más difíciles: sea la fuga del Chapo, o el desplome del peso. El Presidente aprovecha esas gestiones para mostrar el rostro amable y viajar al extranjero. Cuesta comprender que en este momento dedique siete días para visitar Alemania y Dinamarca. Es su quinto viaje internacional en lo que va de 2016, uno cada 20 días. ¡Pues qué está pasando en Copenhague!

Según la agenda, el presidente Peña Nieto concretará la primera visita oficial a Dinamarca desde 1827, estará en actos reales de protocolo y en un seminario de la Cámara Nacional de la Industria Danesa. Los daneses, eso sí, son el segundo socio comercial de México entre los países nórdicos.

Podría explicarse la presencia de Peña Nieto en Alemania, aunque la inversión directa de origen alemán en los últimos 16 años haya sido de unos 11 mil millones de dólares; suma que equivale más o menos a la mitad de las remesas procedentes de Estados Unidos en un año. El Presidente anunció apoyos alemanes en seguridad, inauguró la exposición Mayas, el lenguaje de la belleza y se tomó una foto de esmoquin con el Chicharito Hernández, ídolo en Leverkusen, a quien elogió por su pasión y perseverancia.

Mientras fortalecía las relaciones comerciales con Alemania, se informó que el Presidente no hará la próxima semana su gira seis del año, que no irá a la asamblea especial de las Naciones Unidas sobre el problema mundial de las drogas, donde tendría un papel protagónico. Sí fue a Washington a la Cumbre Nuclear, en la que poco tenía que hacer y decir, y no va a Nueva York. ¿Cuál es la lógica?

Lo cierto es que a Enrique Peña Nieto le gusta viajar. El presidente Obama, por ejemplo, promedia cinco salidas por año; Peña Nieto, diez. Supera incluso al viajero Felipe Calderón, que a estas alturas de su mandato sumaba 38 salidas. Son las virtudes de contar con dos buenos vicepresidentes. Poder sonreír y viajar. Viajar y sonreír.

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