Elecciones 2024
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El 2016 será recordado como el año en el que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) por fin pudo reanudar el ciclo de normalización de su política monetaria y el año en el que las materias primas tocaron fondo y finalmente se estabilizaron en niveles lejanos a sus mínimos pero también a sus máximos.

No obstante, el 2016 posiblemente pasará a la historia como el año en el que las preocupaciones económicas tomaron un segundo plano ante los sucesos políticos que incrementan los riesgos de conflictos geopolíticos e introdujeron nuevos elementos de incertidumbre a la situación económica.

Los sorpresivos resultados del referéndum sobre la permanencia de Gran Bretaña en la Unión Europea y, sobre todo, el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos son eventos que podrían cambiar las reglas del juego para la economía global y podrían ser la antesala de sucesos similares en otras latitudes.

El crecimiento económico a nivel global para el 2016 debe superar, por poco, el nivel de 3% observado en el 2015, pero seguramente se ubicará por debajo del consenso de expectativas de principios de año de 3.5 por ciento. Con esta cifra, la economía global estaría creciendo ligeramente por debajo del promedio de los últimos cinco años de 3.3 por ciento. Para el 2017, el consenso de expectativas anticipa una crecimiento de 3%, cifra muy similar a la del 2016. Sin embargo, estos pronósticos incorporan un importante riesgo a la baja dado el alto grado de incertidumbre sobre el rumbo de la política económica del país más importante del mundo: Estados Unidos.

La administración entrante ha prometido cambios importantes en la política fiscal que podrían generar un deterioro en las finanzas públicas y un entorno de mayor inflación que en consecuencia detonaría mayores tasas de interés. De concretarse esta situación, sin duda estaríamos ante el fin de una era de inflación baja y tasas de interés muy cercanas a cero que comenzó con la crisis del 2008. Sin embargo, el factor de mayor incertidumbre se encuentra en lo que podría constituir un cambio fundamental en la política comercial de Estados Unidos.

La implementación de medidas proteccionistas prometidas en la campaña podría revertir décadas de apertura comercial a nivel global y las consecuencias podrían ser muy contraproducentes para los principales socios comerciales de Estados Unidos en un principio, y para la economía global y el propio Estados Unidos en el mediano plazo. Si la administración de Donald Trump enfoca sus esfuerzos en la aprobación de su plan fiscal y toma una postura moderada en su política comercial, la economía de Estados Unidos y la economía global probablemente se aceleren.

No obstante, una postura más agresiva —la cual desafortunadamente no podemos descartar después de la tormenta de ataques vía la cuenta de Twitter del presidente electo hacia empresas trasnacionales en los primeros días del año— podría desencadenar medidas compensatorias por parte de otras economías de peso y eventualmente una guerra comercial.

Por supuesto hay otros factores de incertidumbre que han pasado a segundo plano ante la amenaza de una guerra comercial, pero que no hay que desechar como: I) el impacto en la economía de Gran Bretaña y de la Unión Europea a raíz del Brexit; II) una nueva apreciación del dólar; III) una desaceleración brusca en la economía China, y IV) factores geopolíticos, incluyendo el resurgimiento de Rusia. Como dicen por ahí, puede más la incertidumbre que la duda y desafortunadamente, el 2017 luce lleno de incertidumbre.