Elecciones 2024
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Conocí hace algunos años a Enrique Ochoa, por ahí del 2008 en el tribunal electoral donde era asesor en una reunión posterior a la reforma en la materia que se hizo en el 2007 y que yo había comentado; tal vez debería decir que tuve el gusto de conocerlo porque me dejó una muy buena impresión: un joven inteligente y abierto a la crítica, conocía el tema a detalle y sabía de las virtudes y problemas que significaba la reforma, salí con una muy buena opinión de él. Posteriormente lo volví a ver dos veces, una vez en una conferencia sobre la reforma energética y después, en el 2014, cuando regresaba de la tragedia en Baja California Sur, donde tuvo un trabajo destacado a cargo de la CFE; bien, ése es el antecedente que tengo del nuevo presidente del PRI que, como se ve, no tiene nada que ver con la política partidista y que hoy será su prioridad, se terminó el técnico e inicia el Enrique Ochoa político, hoy ya no lo podremos ver como el funcionario sino como el presidente del partido en el poder, así que mi juicio parte de cero.

A favor de su presencia en la dirigencia del PRI, podemos decir que es un cambio generacional y de perfil, que en su vida pública no hay escándalos ni de abusos de poder ni de corrupción; y, en su contra, que reaviva la imagen del dedazo (que siempre ha existido, pero con Beltrones pareció más un nombramiento ganado) y que llega después de la medida de incremento a las tarifas eléctricas, que, aunque la explicó técnicamente, no elimina el mal sabor de boca al final de su gestión en la CFE.

¿Qué podemos esperar de él al frente del PRI? La expectativa no es alta, a diferencia de la llegada de Beltrones, que venía antecedido del triunfo de Sonora y que ratificó con Colima, en este caso su primera labor será convencer a la militancia dura, a la que hoy está bocabajeada después de la zarandeada de la elección, de que puede ser un líder que una y modernice a la vez, capaz de comunicar las fortalezas de su partido para motivar a los votantes en favor de éste, labor nada fácil; deberá también tomar postura ante los escándalos de corrupción a los que los gobernadores de su partido salientes serán expuestos, según nos han adelantado los gobernadores electos que tomarán posesión a partir de septiembre; será árbitro visible de la carrera que ya iniciaron los aspirantes a la carrera presidencial (aunque el árbitro real vive en Constituyentes); enfrentará los procesos de selección de candidatos y la campaña a gobernador de tres estados que hoy gobiernan y que significarán la evaluación a la graduación a su trabajo político, sobre todo y de manera destacada el Estado de México, ganarlo sería pasar el examen, ganar los tres estados: pasarlo con alta calificación; pero perder esa entidad sería no sólo el final de su trabajo como dirigente sino la condena definitiva a la derrota del 2018 (que desde hace varios meses se ve como un probable escenario por lo reñida que inicia la competencia y la falta de un candidato que despunte).

¿Y el PRD?

En el caso del PRD, aunque en el discurso lo tomen como una fortaleza, la falta de condiciones para nombrar a un nuevo dirigente les genera de nuevo una imagen de problemáticos. Agustín Basave, a pesar de que mantuvo en el puesto la buena imagen con la que entró y considerando que su estrategia fue clara desde el principio y le funcionó, se va antes de tiempo en algo que más pareció una destitución que una renuncia, al igual que el PRI no tiene a la vista un posible candidato presidencial atractivo (Mancera no es perredista y dentro del partido le exigen que se inscriba, a lo que se ha negado) y el debate que enfrentará la nueva dirigencia, cuando llegue, será seguramente la política de alianzas; la mayoría de los análisis dan por hecho ya que en el 2017 irá con el PAN en las tres entidades (y probablemente en las presidencias municipales de Veracruz); y que en el 2018 seguirá ese camino en la presidencial (y en ese caso, en los nueve estados que se eligen ese año); para algunos de sus militantes esa decisión los haría perder su identidad de izquierda pero para otros es la única forma de combatir el desplome que les está causando el crecimiento de Morena, es cosa de tiempo y veremos qué deciden.