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Cuando se dan datos tan importantes para los mercados como el resultado de las nóminas no agrícolas de mayo en Estados Unidos, hay que leer y comprender rápido el resultado para reaccionar en consecuencia.

Pero el viernes pasado, cuando el Departamento del Trabajo estadounidense dio a conocer que sólo se habían creado 38 mil nuevas plazas laborales, fue necesario leer dos veces el dato por lo sorprendentemente bajo que resultó.

El consenso del mercado rondaba al menos la creación de 160 mil nuevas plazas. Por lo tanto, las expectativas giraban en torno a ver o unos 30 mil empleos más o menos respecto de esa expectativa.

El mercado laboral estadounidense se había mantenido altamente dinámico y, por lo tanto, su comportamiento resulta tan importante para anticiparse a las decisiones de política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED).

A la par de la cifra más baja de creación de empleos desde los tiempos de la gran recesión, llegó otro dato que también había que leer dos veces antes de reaccionar. Y es que la tasa de desocupación pasaba de 5 a 4.7 por ciento, lo que implicó una baja importante en este indicador.

Ante los ojos inexpertos, se daba una contradicción entre una muy baja creación de empleos y una disminución tan importante en el índice que mide a las personas que no encuentran un empleo.

Y es aquí donde está el dato preocupante. Siempre es bueno recurrir a Perogrullo para encontrar respuestas a los temas más complejos y aquí aplica. Y es que para encontrar un trabajo, primero hay que buscarlo.

Lo que refleja la baja de la tasa de desocupación no es que más personas hayan encontrado una plaza laboral, porque solo fueron 38 mil los afortunados, sino que hay un número importante de personas que renunciaron a encontrar una ocupación remunerada.

Más o menos medio millón de sujetos dejaron de buscar trabajo; por lo tanto, ya no caben en una medición que contabiliza a quien quiere chamba y no la encuentra.

El frenón laboral tiene múltiples lecturas. De entrada, cuestiona la recuperación económica de la que tanto se habló durante las últimas semanas, incluida la presidenta de la FED, quien se atrevió a adelantar subidas en las tasas por lo bien que se veía el panorama. Ya veremos cómo le hace Janet Yellen para explicar el bache laboral.

El punto es que con tan pocos empleos nuevos es muy difícil que los banqueros centrales estadounidenses puedan justificar un aumento de la tasa de referencia en su reunión de este mes.

Si lo hacen, sorprenderán al mercado y eso es una mala jugada para los turbulentos tiempos que vivimos.

Tan pocos empleos son garantía de alta volatilidad, porque equilibra la especulación entre los que creen que llegó el momento de subir las tasas y los que piensan que es todavía imprudente subir el costo del dinero.

El aumento en las presiones y el alejamiento de la FED de poder justificar un incremento de las tasas de interés incrementan la tensión en torno a mercados como el mexicano. Por lo tanto, la pregunta pertinente es si aguantará el Banco de México sin subir las tasas de interés antes que su contraparte estadounidense.

Malos datos de empleo; solo la volatilidad tiene chamba - val_int_volatilidad_060616
Foto de El Economista