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Hay de veces a veces.
Florestán

Desde diciembre de 1994, en plena crisis por los llamados errores de diciembre, la peor que se recuerde, la Procuraduría General de la República tenía una averiguación abierta contra Raúl Salinas de Gortari por la presunta autoría intelectual del homicidio del diputado federal priista Manuel Muñoz Rocha, tras el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, la mañana del miércoles 28 de septiembre de 1994, en la calle de Lafragua, a las puertas de la sede de la CNOP priista.

Ernesto Zedillo, tras la traumática ruptura con su antecesor, Carlos Salinas, al que atribuyó el origen de la crisis, lo que éste siempre rechazó, había designado por primera vez en la historia a un panista como procurador General de la República, a Antonio Lozano Gracia, integrante de un conocido despacho de penalistas.

En las vísperas del 28 de febrero, el abogado de Raúl Salinas, Juan Velázquez, le convenció de reunirse con el fiscal especial del caso, Pablo Chapa Bezanilla, para tener un encuentro informal, lo que aceptó viniendo de su abogado y acordaron que el lugar del encuentro sería la casa de su hermana Adriana, en Las Águilas.

Y así fue.

Aquella mañana del 28 de febrero, Raúl Salinas llegó al domicilio de su hermana, donde fue detenido y enviado directamente al penal federal de máxima seguridad de Almoloya, hoy El Altiplano.

Fue una trama concebida desde las alturas de la PGR y operada por Chapa Bezanilla, con conocimiento, anterior o posterior de Lozano y del mismo presidente Zedillo.

Luego se descubriría el pago de cientos de miles de dólares a supuestos testigos, a uno le tocó medio millón, la intervención de una vidente conocida luego como La Paca, que se convirtió en el eje central de la averiguación y que remató con la puesta en escena de un esqueleto, sembrado en una propiedad del mismo Raúl Salinas afirmando, con las visiones de La Paca, que eran los restos de Muñoz Rocha.

Al final Lozano Gracia dejó la PGR.

Ayer, cuando en las instalaciones de Radio Fórmula acompañó a Guillermo Padrés, como su abogado, a anunciar en el programa de Ciro Gómez Leyva que se entregaría, se opuso a que fuera detenido por elementos de la Marina y el Ejército, pero sobre todo, logró una suspensión para evitar que Padrés, su cliente, fuera trasladado al mismo penal federal al que hace 19 años mandó a Raúl Salinas.

Lo que es la vida.

Retales

1. Presión. El caso Guillermo Padrés, que se entregó a la justicia, pone más presión al del otro prófugo, el gobernador priista con licencia de Veracruz, Javier Duarte, que ni lo encuentran ni aparece;

2. Concesiones. No puedo acabar de entender que sean 500 las concesiones de radio que están pendientes de renovar con todo y reforma en telecomunicaciones y discursos de modernidad; y

3. Encuentro. Uno de los temas en la mesa de Margarita Zavala y Ricardo Anaya fue el de los spots. Igual reparten entre aspirantes para emparejar la cancha.

Nos vemos el martes, pero en privado

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