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En la negociación del presupuesto para este año, había planes de dejar con más libertad la fijación de los precios de las gasolinas por parte de la Secretaría de Hacienda, con miras a ensayar el libre mercado que se supone tendremos a partir del 2018.

Lo que hay que ver es que la libertad del mercado de combustibles tendrá que llevar en la espalda una carga fiscal de casi 50% de impuestos y en esa calidad de instrumento recaudatorio hay que entender que el libre mercado tiene el grillete fiscal bien puesto.

Dentro del Congreso decidieron que no dejarían la mano tan libre a la autoridad fiscal para que fijara los precios y le impusieron una banda de flotación a la libertad de los precios de 3% para este año.

En Estados Unidos, referente obligado para México, los precios de las gasolinas se han movido muy a la par de los precios del petróleo. Este año, el promedio de estos combustibles inició en aquel país ligeramente debajo de 2 dólares por galón. Tocaron un mínimo de 1.70 en febrero y han regresado en este momento a un costo promedio de 2.20.

En México nunca gozamos de esa disminución en el precio de febrero, lo más que ocurrió es que durante uno o dos meses no subieron los costos y ahora sí viene la receta de un incremento cuando la tendencia de los precios de mayo a junio en Estados Unidos ha sido a la baja.

Tanto que en la frontera hoy las gasolinas están más baratas. Ahí le va el precio hoy de la gasolina Magna en Ciudad Juárez, Chihuahua: 10.06 pesos por litro. Y le recuerdo el precio de hoy en el resto del país para la misma gasolina: 13.40 pesos por litro.

El incremento de hoy tiene mucho que ver con la necesidad del gobierno federal de aumentar sus ingresos, a la par que baja sus gastos, para equilibrar sus finanzas. Es un valor mayor en este momento la recuperación de la salud fiscal.

Tiene pocos instrumentos para incrementar sus ingresos sin ser políticamente suicida al proponer una nueva reforma fiscal. Por eso, los precios y servicios del sector público siempre serán un instrumento, una tentación recaudatoria.

Sólo que subir las gasolinas en estos momentos en que hay una promesa a punto de cumplir de incrementar los salarios mínimos de una forma notable y las presiones inflacionarias que de hecho tiene la depreciación del peso fueron combustible puro para el alza en las tasas de interés.

El Banco de México decidió subir hoy su tasa de referencia en 50 puntos base y lo hizo tomando en cuenta las presiones inflacionarias, pero también con la mira puesta en este incremento a las gasolinas, con las presiones en los precios derivadas de los bloqueos carreteros de la CNTE y hasta con el regreso al cobro del transporte público en la Ciudad de México a partir de hoy.

El precio de la gasolina magna cuesta pues 13.40, pero el permiso del Congreso a la Secretaría de Hacienda le da margen todavía de subir hasta 13.98. Son otros 60 centavos más de posibilidad de presionar más la inflación pero al mismo tiempo de incrementar la recaudación fiscal.

Pero también es el último margen que le queda al precio de absorber cualquier incremento en los precios internacionales, en especial de Estados Unidos, ante una eventual recuperación del precio del petróleo.