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Calificadoras y analistas han empezado a pintar un panorama oscuro; se vaticina que la recaudación no aumentará porque así ocurre cuando falta crecimiento

Hay que ver la frecuencia con la que las firmas calificadoras y otros analistas publican consideraciones sobre la difícil situación financiera que enfrenta México, con variables como la descomposición, una deuda elevada, un déficit abultado y una expectativa de crecimiento que no da para cubrir de manera adecuada esas calamidades.

Cuando el panorama se pinta oscuro desde la perspectiva de un analista puede o no tomarse en cuenta, pero cuando el análisis lleva la firma de una agencia calificadora entonces debe llevar la etiqueta de advertencia.

Fitch Ratings no descubre el agua tibia cuando apunta a que el crecimiento promedio bajo de la economía mexicana durante los últimos años, junto con el aumento de la deuda, la depreciación del peso y un gasto superior a los ingresos, no son síntomas de salud financiera.

Esta empresa financiera apunta que este desempeño, con un crecimiento promedio apenas de 2.5% en la década está por debajo de otros países que tienen una calificación crediticia similar a la mexicana. Está claro el mensaje.

La firma calificadora se da tiempo para hacer apuntes de las dificultades políticas que enfrenta este país, no sólo por las amenazas directas desde el norte sino por la tensión local.

Y así como Fitch, las otras dos calificadoras de más renombre que tienen a México en el nivel de grado de inversión refuerzan sus mensajes de alerta sobre esta economía.

Para este 2017, la combinación de factores parece poco favorable para México y sus finanzas. El crecimiento económico esperado se revisa constantemente a la baja y está cerca de lograr consensos en torno a un crecimiento de apenas 1% o menos.

La recaudación no tiene expectativas de crecer, en primer lugar, por esa relación directa del pago de impuestos y la falta de crecimiento. Y también porque no hay algún gravamen que pueda destacar el producto de alguna reforma fiscal. La eficacia recaudatoria ha crecido pero tampoco tiene ya tanto margen.

La deuda aumenta más rápidamente porque el peso se ha depreciado y, por lo tanto, cuesta más pesos pagar la que está denominada en divisas y si la deuda se acordó en pesos, hoy hay que pagar mucho más por mantener esos capitales dentro de estos mercados.

Si atendemos a los reportes de finanzas públicas, el recorte al gasto ha sido una buena intención que no se refleja en la contabilidad.

Hay hacia delante una interrogante muy importante que cruza también por el análisis de los expertos, en este caso del Fondo Monetario Internacional (FMI). La pregunta es una: ¿renovará el FMI la línea de crédito contingente el próximo año?

Hoy el gobierno mexicano cuenta con una línea abierta de 88,000 millones de dólares disponibles para las batallas especulativas, pero ese dinero está ahí porque México es uno de los pocos confiables que la obtuvieron por su disciplina financiera. Esa que hoy parece comprometida.

Bajo advertencia no hay engaño, si llega alguna degradación crediticia en breve será con todas las advertencias previas del caso.