ÚLTIMA HORA Medios iraníes reportan que misiles aparentemente Israelíes alcanzaron un sector de ese país
Elecciones 2024
Elecciones 2024

De acuerdo con la economía conductual, un estado de ánimo pesimista se traduce en decisiones deficientes.

Los expertos en economía conductual explican que un estado de ánimo pesimista produce decisiones deficientes y ésa es la teoría que ahora utiliza José Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), para explicar lo que llama el estancamiento en una trampa de bajo crecimiento.

Las bajas expectativas se convierten en augurios reales. Si las perspectivas son negativas, si hay una idea generalizada de que el crecimiento es bajo, que la volatilidad financiera se mantendrá, que no hay posibilidades de mejora, simplemente no hay inversión; por lo tanto, no hay más creación de empleos, esto inhibe el consumo y las bajas ventas impiden más inversiones.

La desconfianza empresarial y de los consumidores alimenta las expectativas de un crecimiento menor que son alimento para cerrar ese círculo vicioso perfecto.

La economía mexicana es un buen ejemplo de esto. Durante muchos meses la confianza de los consumidores se ha mantenido deprimida. Los entrevistados creen que la situación económica de su hogar y del país es precaria y que será peor en el futuro, por lo tanto no tienen ánimos de consumir bienes duraderos.

Pero al mismo tiempo esos consumidores deprimidos son los que han dado forma a una de las rachas más virtuosas de crecimiento del consumo interno de los últimos años.

En Estados Unidos empieza a suceder lo mismo, la encuesta de confianza de los consumidores baja a la par que los datos de ingreso y gasto de los ciudadanos sube de forma importante. Son reflejo de una bipolaridad moderna.

La OCDE volvió a revisar a la baja sus expectativas de crecimiento de la economía global, también de la economía mexicana, lo que implica mantener una tendencia de crecimiento mediocre.

Mientras más se extienda el pesimismo económico y mientras más bajen las expectativas de crecimiento de las economías, mejor se alimentan las opciones radicales que encuentran en esos malos datos y augurios su mejor posibilidad de hacerse con el poder.

Las democracias han tenido históricamente opciones pendulares que permiten a los electores hartarse de una alternativa y correrse al otro lado, pero dentro de un marco institucional.

Los estadounidenses que han corrido de los republicanos a los demócratas de ida y vuelta, los españoles que van del Partido Popular al Socialista Español o los argentinos que van y vienen del peronismo.

Pero el daño real a los bolsillos que alimenta ese pesimismo económico es la puerta de entrada para los extremistas que se salen de los esquemas y habitualmente fracasan. El caso de Venezuela y el chavismo es el mejor ejemplo de cómo un país que estaba mal puede ponerse peor por el enojo y pesimismo ciudadano, hasta el nivel de la crisis humanitaria.

Estados Unidos está en ese proceso de radicalizar el enojo ciudadano con la candidatura de Donald Trump.

En fin, el enojo y el pesimismo son el alimento de los extremistas que entienden muy bien que pueden sacar provecho de esos círculos viciosos, como la actual trampa del crecimiento bajo que diagnostica el doctor Gurría.