Elecciones 2024
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A reserva de esperar las evaluaciones de las casas encuestadoras sobre quién fue el ganador del debate entre Hillary Clinton y Donald Trump, debe saber que hubo quien ganó mucho dinero con este primer encuentro entre la demócrata y el republicano.

Corrieron millones de dólares anoche en las más diversas apuestas que se pueda imaginar. Desde el color de la corbata del magnate, la vestimenta de la señora Clinton o quién se sonrojaba primero de los dos.

Es evidentemente una simple anécdota decir que corrieron las apuestas, porque los resultados de ese mercado no afectan realmente la economía de Estados Unidos o del mundo. Pero ejemplifican muy bien esa economía de casino que enfrenta el mundo.

Porque es muy real que cada punto que sube Trump en las encuestas implica pérdidas millonarias para muchos capitales, tanto como se pierden o se ganan fortunas especulando con qué sucederá con las decisiones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, o como ocurrió en su momento con la determinación de los votantes británicos de abandonar el bloque europeo.

En buena medida esta posibilidad de especular con cargo a la economía mundial fue impulsada por la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) que implementó un plan de recuperación para la economía estadounidense a través de inyectar muchos dólares a los mercados.

Tan exitosa fue la estrategia para la causa original que el modelo ha sido copiado por otros bancos centrales como el japonés o el europeo.

El problema es que el diseño de la puerta de salida fue endeble y su implementación ha sido francamente mediocre.

La especulación sobre la manera en que el banco central estadounidense habrá de regresar a una cierta normalidad monetaria ha salido muy cara para muchos de los adictos al dólar barato que se aferran a su extrema liquidez.

Pero quien más ha perdido, sin duda, es la propia Reserva Federal y sus integrantes. Las pérdidas no se miden en miles de millones de dólares, ni siquiera en los estragos que ha dejado un dólar tal revaluado. La pérdida es en credibilidad.

Han incumplido sistemáticamente sus propias estimaciones, desde el número de incrementos a la tasa de interés este año, hasta los factores que tomarían en cuenta para subirlas.

Es un hecho que la falta de claridad de los integrantes del Comité de Mercado Abierto de la Fed ha respondido a la disparidad de la recuperación económica que por momentos parece tomar velocidad y al mes siguiente muestra una ralentización.

Además queda la impresión de que los banqueros centrales de Estados Unidos no supieron lidiar con una variable que siempre conocieron: las elecciones de su propio país. Quizá no contaron con que Donald Trump llegaría tan lejos y provocaría tantos estragos, pero eso demuestra que no todo en el análisis de un banquero central tiene que ser un conjunto de gráficas de empleo e inflación.

Uno de los saldos más negativos de los titubeos de la Fed es la pérdida de confianza en una autoridad que tiene en sus manos algo tan delicado como el precio del dólar frente a las divisas de todo el planeta.