Elecciones 2024
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Al cuarto Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto que tiene que presentar al Congreso el próximo jueves ya no le quedan los adornos de las reformas estructurales aprobadas ya hace algunos años. Lo que hay que hacer ahora es explicar por qué su aplicación no ha empatado con la expectativa creada de que serían parte de una solución en materia económica.

El documento que habrá de entregar el secretario de Gobernación a los presidentes de las Cámaras de Diputados y senadores contendrá el habitual detalle apoyado en estadísticas y tablas, junto con una explicación detallada de cómo ve el gobierno federal las condiciones en todas las materias de su competencia.

Lo que ya no habrá es un mensaje político, ni siquiera en un ambiente controlado en Palacio Nacional y ante un buen casting de invitados. Lo que viene es un encuentro, montaje online, entre el presidente y un grupo elegido de jóvenes que representen la diversidad social del país.

Este esquema, que ya había utilizado Felipe Calderón, es terreno desconocido para los priistas que gustan más de los discursos y los anuncios dentro de sus palabras.

Es posible que aproveche algunas preguntas de los jóvenes para adelantar temas económicos, evidentemente también de otras materias. Pero hay muchas dudas de cómo enfocará Peña Nieto la última parte de su gobierno cuando pende sobre el cuello de las finanzas públicas una posible degradación crediticia.

Habría que esperar decisiones de fondo en materia presupuestal, reacomodos reales del gasto público que permitan un verdadero ahorro en la cantidad de recursos usados por el gobierno. Es prácticamente imposible tener expectativas de alguna modificación en materia de ingresos ante la camisa de fuerza con cerradura electoral que se puso el gobierno para no subir impuestos.

Evidentemente las incógnitas de este tema quedarán totalmente resueltas el jueves de la siguiente semana cuando el propio gobierno de Peña Nieto presente su propuesta económica. Pero hay otras decisiones que tomar que tienen que ser competencia exclusiva del Ejecutivo. Por ejemplo, qué hacer con esa creciente bomba de tiempo financiera que es Petróleos Mexicanos.

Las firmas calificadoras no dudaron en poner a la petrolera en el centro de la problemática financiera del país, por lo tanto habría que esperar la toma de decisiones en torno a la empresa.

Pemex tiene un nivel de riesgo ante los mercados, sus calificaciones se han deteriorado desde niveles altos, superiores a la nota de la deuda soberana mexicana, hasta ubicarse a un paso de ser considerado como papel especulativo.

Evidentemente que esto implica costos financieros mayores para la empresa y por lo tanto para su obligado solidario que es el gobierno mexicano.

Por lo tanto, si la deuda de Pemex y de la CFE ya se contabiliza para entender el tamaño del déficit que enfrentan las finanzas públicas, podrían tratar de limpiar el cascarón petrolero para darles a sus deudas el estatus del riesgo país.

No solo se trataría de concretar un Pemexproa, donde el gobierno federal no sea el aval sino el deudor, sino al mismo tiempo dejar a la petrolera en un tamaño manejable, tanto en el número de activos como de pasivos laborales. Sólo que eso implicaría pegarle otra patada al avispero que ya anda agitado.

La otra es dejar el problema a los que vienen, insistir en que este gobierno ya cumplió con la reforma energética y recolectar algunas preguntas difíciles consensuadas de algunos jóvenes del foro y recibir un tenue aplauso que deje transitar el paso del cuarto al quinto año de gobierno.

La oportunidad correctiva del cuarto informe - val_int_pemex_260816