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Cuando a finales de octubre la OPEP anunció que propondría un recorte en la producción de 700,000 barriles diarios de crudo, a ser formalizado por sus 14 países miembros en la reunión de noviembre 30, muchos observadores cuestionaron si esta decisión sería un alivio temporal o si constituiría un cambio fundamental en la postura de los principales países productores de petróleo.

Vale la pena recordar que a pesar de que la OPEP siempre ha jugado un papel clave como defensor del precio del petróleo, en este más reciente episodio de debilidad que comenzó en el 2014, la OPEP había sido totalmente renuente a establecer límites a la producción para intentar estabilizar los precios. Sin embargo, la OPEP, además de ratificar el acuerdo, anunció medidas adicionales que llevaron el recorte acumulado a 1.2 millones de barriles diarios.

Adicionalmente, el reciente anuncio de un recorte de 558,000 barriles diarios por parte de 10 países productores que no son miembros de la OPEP —Rusia contribuirá con 300,000; México con 100,000; Oman 40,000; Azerbaiyán 35,000 y Kazajstán 20,000— ha dado mayor confianza a los especialistas de que los principales productores del orbe están tomando una postura más activa para estabilizar los precios del crudo.

El acuerdo entre la OPEP y los no miembros de ella es el primero desde el 2001 y el recorte total es equivalente a casi 2% de la oferta global de petróleo. Lo anterior da a entender que la OPEP y Rusia se sienten satisfechos con el proceso de destrucción de oferta de crudo que se generó a partir de la caída de los precios que comenzó en el 2014 y que llevó el barril a 20 dólares, su nivel mínimo en 15 años.

Dado que la mayoría de los países miembros de la OPEP, encabezados por Arabia Saudita, tienen costos de extracción muy bajos en comparación con otros productores, la estrategia de dejar caer los precios durante un periodo prolongado para limpiar el mercado ha tenido éxito. El impacto más claro ha sido sobre la producción de crudo en Estados Unidos, que ha registrado una disminución de 1 millón de barriles diarios (desde un pico de 9.7 millones en mayo de este año a 8.7 millones en la lectura más reciente).

La disminución es casi equivalente al recorte acumulado anunciado por la OPEP. Aunque los precios del crudo podrían seguir subiendo, los expertos anticipan un nivel máximo en los próximos meses que oscile cerca de 60 dólares por barril para el petróleo Brent. El obstáculo principal detrás de un mayor aumento en el precio es el hecho de que a menos de que ocurra algún choque exógeno temporal en la oferta de petróleo, el propio aumento de los precios estimulará una mayor oferta.

Tan sólo en los últimos dos meses, el incremento en el precio del barril de crudo ha provocado un aumento de casi 200,000 barriles diarios en Estados Unidos y un incremento importante en el número de permisos de perforación solicitados y reactivación de pozos, lo cual vislumbra una mayor oferta en los próximos meses.

Adicionalmente, varios productores han aprovechado la reciente alza para comprar coberturas y asegurar precios mínimos al nivel actual para buena parte de su producción. En la opinión de este columnista, el riesgo principal en el precio del petróleo sigue siendo a la baja, ya que la dinámica que ha dado soporte a los precios está fundamentada en el acuerdo de la OPEP, mientras que la oferta proveniente de países no alineados a ella —principalmente Estados Unidos— retornará en la medida que los precios se mantengan por arriba de los 50 dólares.

En ausencia de choques geopolíticos, los expertos anticipan un precio del crudo en una banda entre 50 y 60 dólares; sin embargo, esto requerirá que la OPEP mantenga y cumpla con los recortes, lo que, históricamente, ha sido complicado.