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Algo no amarraba en las versiones sobre la agonía de La Jornada. Por un lado se hablaba de gravísimos problemas para cubrir los gastos básicos. Por otro, de un desfalco que le daría el tiro de gracia al diario. Y para rematar, de una decisión del nuevo equipo gerencial que desencadenaría una inexorable huelga que estallaría antes de que concluyera abril. Pero eran tres cosas que no tenían que ver necesariamente entre sí, por más que no faltaran quienes las amarraran para anunciar el apocalipsis. 

Dinos que no está en riesgo la vida de La Jornada, le pedí al gerente Luis Linares. “No, no está riesgo la continuidad”, respondió con dominio de causa. “La Jornada tiene una capacidad robusta en su capital. Inclusive vamos a hacer una reestructuración de capital para mejorar sobre todo nuestra inversión futura, la que necesitamos para hacer una nueva plataforma virtual que dé cabida a todas las posibilidades de crecimiento. Vamos a necesitar capital para invertir en eso”. ¿Quién inventó entonces esta historia de la terapia intensiva? La Jornada se encuentra, como cada año, en la etapa de revisión del contrato colectivo de trabajo. Y, en efecto, Linares planteó un “sacrificio salarial sin tocar la mayor parte de las prestaciones existentes”. 

—Parece que los trabajadores no quieren aceptar esas medidas —le dije asumiendo que tres de cada cuatro empleados son trabajadores de base. 

—Hay algunos que no están dispuestos, pero la mayoría lo está. Ya el comité ejecutivo del sindicato ganó con el 80% de la votación la elección pasada para la negociación. Y más o menos esa votación es la que va a repetirse. En eso estamos, en el estira y afloja de toda negociación. Esperamos que la semana próxima lleguemos a la firma de la solución y sigamos adelante. 

En paralelo a esta ansiedad, o sirviéndose de ella, se puso a circular en las redes sociales la especie de que había sido descubierto un desfalco por 30 millones de pesos. “No hay ningún fraude”, aseguró Linares. “Las cuentas internas están perfectamente auditadas por auditores externos muy capacitados. En esta semana se terminará de auditar el año de 2014, sin que haya ninguna sospecha de fraude. Yo, como gerente, no conozco ni tengo señal de que haya fraude alguno”.

Suerte, pues, y larga vida a La Jornada. 

MENOS DE 140. Los padres de los 43 de Ayotzinapa desconocieron como vocero a Felipe de la Cruz. El desgaste de ocho meses.

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