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La verdad es que contrario a lo que pueden pensar muchos analistas —incluso en sentido contrario de algunas primeras planas— la realidad es que la inflación de la primera quincena de este mes de octubre estuvo muy en línea con lo que esperaban ver los banqueros centrales.

No hay que perder de vista que ya estamos en los meses de mayores presiones inflacionarias del año, lo cual sucede por factores estacionales que van más allá de las condiciones actuales de la economía y las finanzas.

La economía mexicana concentra la mayor parte de sus operaciones comerciales hacia la temporada de fin de año. Entre el Buen Fin, los aguinaldos y los regalos navideños, los consumidores se animan a hacer lo propio en esta época y eso influye en los precios.

Pero también es la época del año en que terminan los subsidios a las tarifas eléctricas en algunas partes del norte del país, recursos de las arcas públicas aplicados a ciertos consumidores que deben prender sus aires acondicionados para poder sobrevivir las temperaturas del verano.

Por cierto que esas tarifas subsidiadas permiten que el registro inflacionario tenga una compensación a la baja durante los meses de abril y mayo.

Entonces, es habitual que la inflación anualizada a estas alturas sea superior a lo visto en los meses previos. Claro que este año tiene esas peculiaridades de las presiones del momento, como por ejemplo el tipo de cambio.

Sin embargo, la inflación general de los primeros 15 días del mes no es muy diferente a lo visto en igual periodo de años anteriores. El 0.49% de aumento en el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) de este 2016 es más alto que 0.46% del año pasado, pero más bajo que 0.50% del 2014.

De hecho, el promedio del incremento del INPC durante la primera quincena de octubre durante la actual década es de 0.48%, así que no hay ningún aumento fuera de lo común.

Incluso en la revisión de los subíndices que conforman el reporte inflacionario no hay nada extraordinario más allá de un escandaloso aumento de 4.16% en energéticos; que básicamente corresponde al incremento de 20% en tarifas eléctricas, justo por el final del verano.

No es, pues, de alerta que la inflación anualizada esté en 3.09%, en primer lugar porque está justo en la meta del Banco de México y en segundo lugar porque una inflación de 2% —como la tuvo este país hace unos meses— no corresponde a una realidad de esta economía, sino a una coyuntura mundial de inflaciones bajas.

En la medida en que inicien los procesos de alza de las inflaciones de las principales economías del mundo, también será más la presión en México. Pero esto apenas empieza.

Si algo debe llamarnos la atención de la inflación de la quincena pasada sería el aumento de 8.6% de los servicios profesionales, junto con los rubros de salud y educación que aumentaron sus precios arriba de 4 por ciento.

Si no aparece alguna situación coyuntural en el camino, podríamos estar ante el traspaso de una expectativa inflacionaria a lo que cobran algunos especialistas, tengan o no insumos pagados en dólares para sus actividades. Esto sólo hay que seguirlo.

Por lo demás, la inflación de la primera mitad de este mes simplemente no está como para entrar en pánico.