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No se trata de aguar la fiesta de las autoridades monetarias y de los funcionarios financieros del gobierno federal, que han encontrado en la inflación históricamente baja del mes pasado una razón para el festejo, ante la falta de alegrías en la parte del crecimiento.

No hay ningún regateo al hecho de que la inflación anualizada hasta el mes pasado esté en un sorprendente 2.88 por ciento.

Es un registro que no habíamos visto tan bajo en este país en toda la historia reciente, al menos bajo los parámetros de medición que hemos usado durante décadas.

Este nivel inflacionario tan bajo deja ver muchas cosas. La más positiva es que tiene incluidos los efectos más alegres de los cambios estructurales. La reforma estructural que resultados más inmediatos ha dado es la de telecomunicaciones.

La baja en las tarifas de las empresas de ese sector es evidente después de la decisión de eliminar el cobro de la larga distancia. Con todo y que se pusieron creativas para subir sus precios en otros servicios, al final el resultado es una baja en lo que pagamos para comunicarnos.

La competencia va en camino de lograr que las telecomunicaciones sean ampliamente extendidas entre más personas y a mejores precios.

En materia energética, hay ya resultados que se empiezan a sentir en el bolsillo, sobre todo en el rubro de la generación de energía eléctrica.

Los reflectores de la reforma energética están en el petróleo, por su tamaño e importancia como industria y aportador de recursos para el país, pero la Comisión Federal de Electricidad aprovecha sus últimos momentos de monopolio para cambiar rápidamente. El cambio de energéticos para generar electricidad además de beneficios ecológicos ya tiene repercusiones positivas en las tarifas de la luz, tanto industriales como comerciales y residenciales. Esto tiene también impacto en la inflación.

Estamos en medio de algunos de los años más lluviosos en la historia del país y como los sistemas de riego siguen siendo en su mayoría de temporal, también hay un beneficio para muchos cultivos. Esto ha permitido precios bajos de muchos productos agropecuarios.

Ahora hay que decir que la inflación de mayo es particularmente baja por los subsidios a la energía eléctrica en el norte del país. Este subsidio afecta la inflación, así, a la baja. Pero eso se acaba con el verano y regresarán las tarifas que, aunque estructuralmente reducidas, son más altas que las de los calores.

Hay que poner atención a mercados como el del huevo, que tiene presiones derivadas de una muy mala condición de esa industria en Estados Unidos y no hay que perder de vista las presiones que la recuperación económica, en combinación con la depreciación del peso, podría tener en los precios de esta economía.

México, pues, tiene una inflación controlada, pero no todavía lo suficiente como para estimar una futura meta en 2 por ciento. Las presiones que se ven por delante habrán de regresar al índice general a niveles ligeramente superiores a 3 por ciento.

Es oportuno entender esto para no perder la compostura cuando ocurra hacia aquellos meses de otoño, cuando, además, estaremos esperando el inminente incremento de las tasas de interés en Estados Unidos.