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Ayer, el Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal (FOMC, por su sigla en inglés) dio a conocer su antepenúltimo anuncio de política monetaria del año, manteniendo la tasa de interés sin cambios en 0.25 por ciento.

Aunque la decisión estaba en buena parte descontada por el mercado, vale la pena recordar que la probabilidad de alza se incrementó considerablemente desde el comienzo de este mes y bajó un poco después de la publicación de los datos de creación de empleo de agosto, que estuvieron por debajo de lo esperado por el mercado.

Como lo habíamos anticipado, la votación fue la más cerrada en los últimos años, ya que hay miembros del FOMC que consideran que la economía estadounidense está en pleno empleo y que posponer el alza puede crear una burbuja en los mercados financieros y colocar a la Fed detrás de la curva. No obstante, la cerrada votación y la redacción del comunicado que explícitamente argumenta que el caso a favor de subir las tasas se ha fortalecido, apuntan a que, a menos de que ocurra alguna sorpresa, la Fed subirá la tasa de referencia en por lo menos 0.25% antes de que concluya el año.

Hay que recordar que la Fed ha tratado, desde diciembre del año pasado que realizó el primer aumento en la tasa desde el 2007, de avanzar en un ciclo de normalización de la política monetaria, llevando las tasas a un nivel más en línea con el ritmo de crecimiento actual de la economía y la situación del mercado laboral.

Sin embargo, el segundo movimiento al alza se ha visto frustrado por diferentes factores. En la reunión de enero, por el fuerte incremento a la aversión al riesgo en los mercados internacionales que trajo consigo una agresiva apreciación del dólar. En la reunión de marzo, los mercados estaban en fase de recuperación, sin embargo, la debacle de enero y febrero estaba aún muy fresca.

En abril, los datos de creación de empleo comenzaron a mostrar una desaceleración importante, obligando a la Fed a mantener la pausa monetaria. Para junio, los datos de empleo de mayo confirmaron que la creación de plazas se había desacelerado a su nivel más bajo desde el comienzo de la recuperación, lo que obligó de nuevo a la Fed a posponer el alza. Para la reunión de julio, los datos de empleo ya mostraban una recuperación muy importante pero la sorpresiva votación a favor del Brexit el 23 de junio en el Reino Unido provocó un endurecimiento de las condiciones financieras a nivel global que orilló nuevamente a la Fed a mantener la tasa sin cambios.

Sin embargo, entre la reunión de julio y la de ayer, se ha suscitado lo siguiente: I) una mejoría relativa en las condiciones financieras a nivel global; II) una recuperación en la actividad económica en Estados Unidos después de la fuerte desaceleración observada en la primera mitad del año; III) una recuperación en el ritmo de creación de empleo (a pesar de que el dato de agosto estuvo por debajo de lo esperado por el mercado), y IV) un repunte en la dinámica inflacionaria (aunque la inflación sigue estando por debajo de la meta de la Fed).

Claramente, la Reserva comienza a quedarse sin argumentos para dejar las tasas sin cambio.

No obstante, la incertidumbre del resultado en las elecciones de Estados Unidos -donde un escenario poco probable pero posible es un eventual triunfo de Donald Trump- seguramente ha pesado en la decisión de la Fed. Si los pronósticos de un triunfo de Hillary Clinton se cumplen, es prácticamente un hecho que subirán las tasas en diciembre y lo podría hacer hasta en medio punto.