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Una de las consecuencias indirectas más significativas del Brexit sobre el resto de la Unión Europea (UE) se está dando a través del eslabón más débil del sistema financiero europeo: la banca italiana. Una de las ramificaciones inmediatas del Brexit ha sido el endurecimiento de las condiciones financieras y los principales damnificados han sido los bancos italianos.

A partir del resultado del referéndum en el Reino Unido, las acciones de los cinco principales bancos italianos, Unicredit, Intesa Sanpaolo, Monte dei Paschi di Siena, UBI Banca y Mediobanca, han perdido más de dos terceras partes de su valor.

Esta estrepitosa caída se debe al simple hecho de que los bancos italianos aún cargan en sus balances una cantidad muy importante de cartera vencida que no ha sido castigada y que dados los crecientes requerimientos de capitalización por el Banco Central Europeo requerirán inyecciones de capital para evitar la quiebra.

En las condiciones actuales, la opción de levantar capital en los mercados está prácticamente cerrada, por lo que el camino más viable podría ser un rescate con recursos públicos.

De acuerdo con los expertos, los bancos italianos necesitan por lo menos 40,000 millones de euros para hacer frente a la actual crisis. El problema está en que las reglas de la Unión Europea establecen que en cualquier rescate bancario con recursos públicos los acreedores de los bancos rescatados, incluyendo a los tenedores de bonos, no serán rescatados y por lo tanto sufrirán pérdidas importantes en el valor de su tenencia.

Cuando se aprobaron estas reglas, se partió del supuesto de que la mayoría de los tenedores de bonos de los bancos europeos eran inversionistas institucionales que sabían el tipo de riesgos a los que estaban expuestos al comprar este tipo de instrumentos.

Sin embargo, en el caso de Italia la realidad es diferente, ya que por cuestiones fiscales, una parte muy importante de la tenencia de bonos bancarios está en manos de personas físicas que son pequeños ahorradores.

Un rescate con recursos públicos bajo las reglas actuales provocaría un desfalco a los ahorros de millones de italianos, detonando una crisis política y un fuerte sentimiento antieuropeo que allanaría el camino al poder al partido populista Movimento 5 Stelle —el equivalente al partido UKIP del Reino Unido que promovió el 
Brexit— que seguramente convocaría a un referéndum para decidir si Italia debe permanecer o no en la Unión Europa en un momento crítico.

Italia es la tercera economía más grande de la Unión Europea, sólo detrás de Alemania y Francia, y es uno de los seis socios fundadores junto a Alemania, Francia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo. La problemática es altamente compleja. Por un lado, la banca italiana no puede sobrevivir sin un rescate con recursos públicos.

Por otro lado, bajo las reglas de la UE, el gobierno italiano no puede llevar a cabo dicho rescate sin afectar a millones de ahorradores. Sabe que el rescate es imprescindible, pero también sabe que si se atiene a las reglas de la UE, provocaría una crisis política que amenazaría la permanencia de Italia en la Unión Europea.

Aunque la UE, impulsada por Alemania, estableció estas reglas de rescate bancario con recursos públicos hace pocos años y sabe que su modificación sentaría un precedente inconveniente, también sabe que no hacer una excepción podría significar el principio del fin del sueño de integración europea. Lo más probable es que la UE —léase Alemania— se incline hacia aceptar un rescate con recursos públicos donde se proteja a los pequeños ahorradores, pero no a todos los acreedores de los bancos. El desenlace de esta saga será crítico para el resto del sistema financiero europeo y la misma UE.

La banca italiana, la primera víctima del Brexit - val_int_brexit_190716
Foto de El Economista