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Salvo que se esté en precampaña rumbo alguna gubernatura, no hay seriedad en denunciar y señalar a los comerciantes que han elevado los precios de una larga lista de bienes duraderos importados.

No puede una autoridad elevar a nivel de denuncia pública que los precios de las televisiones, las computadoras y los teléfonos celulares han subido entre 10 y 32% desde hace dos meses y agregarle un tufo sospechosista por la cercanía del Buen Fin.

Antes de prender el cerillo de la hoguera donde quieren quemar a los malos comerciantes que han subido los precios, en la Procuraduría Federal del Consumidor deberían analizar y de paso agradecerle a Dios que ha sido mínimo el traspaso de la depreciación del peso frente al dólar a los precios de esta economía.

Es evidente que cuando el dólar pasó de los 13 pesos del año pasado a los 17 de ahora hay un impacto en los productos importados. Y aun así se nota una contención.

Pero si se toma como ejemplo el smartphone más deseado, pues sí veremos que costaba hace un año 10,000 pesos y que hoy cuesta 14,000. Porque su precio es en dólares y por la demanda mundial de estos equipos no hay inventarios que soporten una devaluación.

Las pantallas de televisión de los modelos del año pasado hoy se rematan. Modelos que la Navidad pasada costaban 40,000 hoy se consiguen en 25,000. Porque ahí están exhibidas desde hace varios meses y estorbando para los nuevos modelos que llegan con la nueva tecnología y también los nuevos precios.

Enojar al consumidor con este tipo de planteamientos poco ayuda a una confianza del consumidor que se mantiene en el terreno de los negativos. La única de las preguntas que ha tenido respuestas positivas en la consulta que hacen de manera conjunta el Inegi y el Banco de México es justamente la que se refiere a la posibilidad de comprar bienes duraderos.

Si el precio de las pantallas de resolución 4K o las computadoras con discos duros de 7 teras y los teléfonos celulares de 128 GB tuvieran un precio controlado, la denuncia sería totalmente válida y merecería una multa o la cárcel para los que violaron el control.

Pero eso de los precios tope es un tema casi totalmente superado, salvo energéticos, que hizo mucho daño al desempeño económico de este país.

Lo mejor que puede hacer la autoridad comercial en una economía de libre mercado es orientar a los consumidores. Darles herramientas para que comparen precios y decidan dónde comprar más barato.

Sin embargo, la Profeco tiene en su página web una herramienta de comparación de precios incompleta, sin información suficiente para comparar, entre otras cosas pantallas, celulares y computadoras.

Viene ya el Buen Fin justo dentro de una semana y es evidente que no han sido pocos los comerciantes que abusan de sus consumidores. Para prevenir esto hace falta una autoridad enfocada y fuerte ante esas conductas.

No se trata de una simple presencia en los medios para generar un impacto político, sino de contar con una autoridad regulatoria, más efectiva que estridente.