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El gobierno federal está metido 
en un embrollo fiscal terrible.

Como para que no quede duda de esa tendencia de hacer las cosas como en el pasado, tanto la Secretaría de Hacienda como la Comisión Federal de Electricidad (CFE) revivieron el sabadazo. Ese viejo estilo priista de anunciar las peores calamidades económicas en un boletín de prensa, en sábado cuando todo el mundo está pendiente del descanso y no de la información.

Y cómo no usar el sábado para deslizar tan malas noticias: otra vez sube el precio de las gasolinas, otra vez sube el precio de la electricidad.

Está claro que el gobierno federal está metido en un embrollo fiscal terrible. Durante los últimos años, han gastado más de lo que ingresan y la principal fuente de financiamiento del gasto está dañada con la baja de los precios del petróleo y de la producción.

La recaudación ha aumentado pero no lo suficiente para compensar la caída de los ingresos petroleros; la economía se mantiene con un crecimiento por debajo de sus mediocres niveles promedio y han recurrido al endeudamiento para cubrir un gasto público, que a pesar de lo prometido no se ha recortado lo suficiente.

Con este panorama tan evidente —el cual las firmas calificadoras ahora han resaltado con luces de neón ante los mercados— no queda más remedio que sacar dinero hasta de las piedras o de las gasolinas.

Ya no cupieron los argumentos de los precios promedio de los meses anteriores, porque ese criterio habría implicado una disminución de los precios.

El argumento no se esconde, lo cual es muy positivo, y Hacienda agrega que los precios que se anuncian para septiembre contemplan el compromiso del gobierno federal para mantener la estabilidad macroeconómica y cumplir cabalmente con las metas de finanzas públicas para este año. Son instrumento fiscal, pues.

Con el aumento en vigor a partir del jueves, los precios de las gasolinas Magna y Premium ya llegaron al tope permitido por el Congreso de un aumento de 3 por ciento. Vamos, le sacaron hasta el último centavo posible.

Pero en el caso del diesel, que además sube fuerte para el próximo mes, le queda todavía algo de margen para subir durante el último trimestre.

La luz, nos enteramos de igual manera el sábado, también sube entre 6.5 y 9.4 por ciento. En estos precios siempre hubo dudas de qué tanto las bajas de meses anteriores fueron realmente producto de una eficiencia y qué tanto se debió a un incremento en el subsidio para quedar bien. Como sea, su anterior director ahora dirige los destinos electorales del PRI.

El uso fiscal de estas tarifas públicas anticipa que para el 2017 el libre mercado podría esperar, porque ahí se quitaría la facultad a la Secretaría de Hacienda de fijar de manera discrecional el precio.

Lo que sí podría suceder es un margen más amplio de flotación para que quepan tanto una posible recuperación de los precios del petróleo como una mayor mordida impositiva.

Si ésta es la idea del gobierno federal no la podrá dar a conocer a través de otro boletín de sabadazo, sino que tendrá que informarlo al Congreso el jueves 8 de septiembre dentro del Paquete Económico que por ley debe presentar ese día.