Elecciones 2024
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Con motivo del inminente año nuevo que ya está aquí, escribía yo la mañana de ayer sobre esta medida de tiempo equivalente a 12 meses, a 52 semanas, a 365 días, a 8,760 horas, 525,600 minutos, a 31 millones 536,000 segundos. Cuando el año es bisiesto, cada cuatro años regulares, éste se compone de 366 días. Este día de más se le aplica a febrero, el mes mocho, según la copla nemotécnica que dice: “Treinta días tiene noviembre con abril, junio y septiembre. Los demás traen treinta y uno menos febrero mocho que sólo trae veintiocho” (Aplausos).

En eso estaba cuando llegó mi amigo Andrés, en cuanto me vio me espetó: Vengo más que muy enojado -me dijo innecesariamente-, lo conozco y en cuanto lo vi lo percibí molesto, de mal humor. Yo todavía le pregunté el motivo de su enojo. ¿En qué país vives? ¿Qué no sabes que a partir del 1 de enero la Secretaría de Hacienda incrementará el precio de las gasolinas el 14 y el 20 por ciento? ¿Te das cuenta? Nos están metiendo un gasolinazo de esos que Enrique Peña Nieto, en un discurso del 4 de enero del 2015, como se puede comprobar en Internet, textualmente dijo que gracias a la reforma energética a partir “de este momento ya no habrá gasolinazos, por primera vez en cinco años ya no habrá incrementos mensuales a la gasolina, al diesel y al gas LP…” ¿Y qué pasó? -preguntó Andrés furioso-.

Yo, que todavía aspiro a un buen puesto ahora que nombren a Patricio 
el Pato Zambrano, nuevo titular de la Secretaría de Cultura, fingí demencia 
y le comenté tratando de atenuar el de-
sacierto presidencial: Bueno, le falló el pronóstico.

Andrés me hizo una mueca que en nuestro código gestual significa: no te hagas pendejo, al tiempo que expresó: Un presidente no puede argumentar esas tonterías. ¿Sobre qué vas a escribir tu columna de mañana?

Ah, mira, ya tengo escrito algo, leí lo que ya leyeron ustedes y lo siguiente: El mundo occidental se rige por el calendario gregoriano, así denominado porque su promotor fue el papa Gregorio XIII y que vino a sustituir al calendario juliano, llamado así en honor del Emperador Romano Julio César; fue una reforma con objeto de adaptar las estaciones anuales y las fiestas romanas al momento astronómico en que sucedían. Anterior al calendario juliano, los romanos usaban un calendario de 304 días distribuidos en 10 meses (6 meses de 30 días y 4 de 31 días). Con el año de 304 días, si bien el aguinaldo se cobraba antes, había un desfase en el tiempo en relación con el año solar de 365 días que habían puesto en práctica los egipcios más de dos mil años antes. El año de 304 días provocó que el invierno fuera fechado en el otoño astronómico, lo cual causó el enojo de Julio César, a quien le urgía la llegada de la primavera, al ser esta la estación en la que visitaba a su amante Cleopatra, debido a que Marco Antonio, esposo y hermano de Cleopatra, aprovechaba el buen clima primaveral para salir de cacería. (Se cuenta que en una de esas ocasiones Marco Antonio regresó de su temporada de caza trayendo como galardón la cabeza de un ciervo de gran cornamenta: “mira lo que te traje -le dijo a Cleopatra mostrando el trofeo cinegético-”. “Es tu vivo retrato”, fue el comentario de la veleidosa egipcia). ¿Cómo ves?, le pregunté a Andrés. Éste ya no estaba hecho un energúmeno sino lo que le sigue. Indignado, me dijo: Además de pendejo, eres frívolo. ¿Tú crees que a la sociedad mexicana le interesen esas mamadas cuando nos disponemos a vivir uno de los años más difíciles de nuestra historia contemporánea? ¿Cuando el jefe de las instituciones nacionales se le esconde a la población y manda al secretario de Hacienda, José Antonio Meade, a que nos diga “no le tengan miedo a los gasolinazos”? No, si no les tenemos miedo, simplemente nos encabronan.

Bueno -me defiendo-, es que mi especialidad no son las malas noticias. Yo, por ejemplo, pienso terminar mi columna con el siguiente dato estadístico: Estudios de la OCDE nos hacen saber que durante la temporada navideña los niños mexicanos han leído más que nunca. No a Emilio Salgari o Julio Verne, ni novelas de Harry Potter, los cuentos de los hermanos Grimm o los de Christian Andersen. Lo más leído por la infancia mexicana en los días navideños fue una frase: “No incluye baterías”.

Andrés cierra los ojos para no explotar y me dice: ¡No mames! Deberías de escribir sobre el hecho de que cada vez que ocurre algo perjudicial para el país, como, en este caso, el gasolinazo, de año nuevo el presidente Peña Nieto no da la cara.

Se me prende el foco: ¡Ándale, eso voy a escribir! Sube el precio de la gasolina y el presidente no da la cara, da la carísima… Por fin logré un burlona risa de Andrés.

Vacaciones

Ya con esta me despido/ en el último jalón/ de este año que ha salido/ que ha salido muy cabrón./ A descansar nos iremos/ a reparar averías/ muy pronto aquí nos veremos/ algo más que en quince días.

Esta columna regresará el 17 de enero. ¡Felicidades!