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Está indicado el nivel real del tipo 
de cambio como un factor que puede poner piedras en el crecimiento.

Lo primero que llama la atención en la más reciente encuesta entre 34 grupos de análisis económico, tanto nacionales como extranjeros, que realiza cada mes el Banco de México (Banxico), es que la inflación baja en este país es un asunto que ya se tatuó en las percepciones.

Cuando el peso se ha convertido en objeto de especulación y se ha disparado la cotización hasta niveles superiores a los 18.50 pesos por dólar, podría ser suficiente para destapar las preocupaciones de los expertos de un traspaso.

Pero no, al menos en la estimación de los expertos de la inflación general, para el cierre de este año estiman que será de 3.10%, que es una estimación menor a la que tenían apenas en diciembre pasado, de 3.32 por ciento.

Incluso, han mejorado el pronóstico inflacionario para el 2017, también está ligeramente por arriba de 3%, que el Banxico tiene como una meta permanente.

Ahora, esta expectativa de un menor registro inflacionario tiene un granito en el arroz que algunos de los expertos consultados han colocado ya en la lista de los temas que les preocupan como factores que pueden frenar el crecimiento.

Hizo su aparición por primera vez en años el rubro del aumento en el costo de los insumos y las materias primas, con apenas 2% de las inquietudes, pero ahí está.

Más claramente está indicado el nivel real del tipo de cambio como un factor que puede poner piedras en el crecimiento.

Por lo demás no hay anticipos de presiones inflacionarias, lo que lleva a suponer que la política monetaria será más en seguimiento a la Reserva Federal que a las señales internas.

Pero hay otros temas incluidos en la encuesta que reflejan que a los analistas les pegó enero.

Parecía que las expectativas de crecimiento económico habían ya encontrado un punto de inflexión al cierre del año pasado y que, de aquí en adelante, habría estabilidad en los pronósticos y en una de esas una ligera mejora.

Sin embargo, los acontecimientos económicos y financieros de enero alteraron la percepción de todo el mundo, empezando por los participantes de los mercados, los banqueros centrales y por supuesto en el ánimo de los analistas.

La expectativa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) este año se deterioró levemente a 2.69%, lo que confirma que no han tocado piso las revisiones a la baja.

Pero los mayores efectos se siguen notando en ese apartado más abierto y de respuesta más libre de los factores que ven como lastres. Los dos primeros lugares son el desempeño económico y financiero del mundo, con más de 40% de las respuestas.

Sin embargo, ahí están en los primeros lugares el precio del petróleo y el nivel del tipo de cambio, como recordatorios de que hay condiciones externas que pueden condicionar el comportamiento local.

La inseguridad pública, que solía dominar las angustias de los analistas, está presente entre las principales causas que pueden frenar la economía. Pero hoy China y el petróleo nos tienen mucho más ocupados.