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Volkswagen de México tendrá en su momento que llamar a revisión a los menos de 40,000 vehículos a diésel que vendieron en el país con el software tramposo que les descubrieron en Estados Unidos.

Pero lo tendrá que hacer por una cuestión de imagen y no tanto por una violación a los estándares anticontaminantes que están vigentes en México.

Esta marca alemana es una de las más queridas en el mercado mexicano. En pocos lugares como en este país dieron sentido literal a su nombre del auto del pueblo y el vocho fue por décadas el auto más popular y es el más entrañable de todos los tiempos.

La mejor explicación de por qué Volkswagen no estaría en falta en el mercado mexicano la dio el secretario del Medio Ambiente, Rafael Pacchiano. Dijo que el algoritmo tramposo que instalaron los alemanes en las computadoras de los autos equipados con el motor EA 189 necesita de dos condiciones.

La primera es que tenga un filtro de partículas y la segunda es que tenga un convertidor catalítico específico para los óxidos de nitrógeno que emiten. Para ello, abundó, se requiere contar con un diésel que tenga menos de 15 partes por millón de azufre, conocido como ultrabajo azufre (UVA).

Ahí es donde respira tranquilo Volkswagen, pero donde tendríamos que poner el grito en el cielo los mexicanos. Porque lo que el secretario Pacchiano nos confirma es que en este país mantenemos un diésel cochino, más contaminante a pesar de las promesas de evolucionar a energéticos limpios.

Pemex está en crisis, ha recortado sus presupuestos para la reconfiguración de las refinerías y los combustibles automotrices que importa, además de ser de bajo octanaje, en el caso del diésel no cumplen con los estándares que sí se tienen del otro lado de la frontera.

Lo increíble es que la ley obliga a Petróleos Mexicanos a distribuir combustibles limpios. Así que en México la trampa no es de Volkswagen, de BMW o cualquier otro armador de autos, la trampa, la violación a la ley es de la empresa monopólica petrolera que prevalece.

La NOM-086-SEMARNAT-SENER-SCFI-2005 obligaba a Pemex desde el 2009 a distribuir diésel UVA; sin embargo, hoy no lo hace, por lo tanto el software tramposo no tiene a quien engañar.

Ahí es donde quisiéramos escuchar la indignación del titular de Semarnat exigiendo a la empresa productiva del Estado que cumpla con su obligación, que cumpla con la ley. Tiene la ventaja de ser nuevo en el cargo y eso lo exime de las omisiones de defensa ambiental de esta administración.

Basta con decir que en la ciudad de México pasamos 200 días del año con una mala calidad del aire y con recordar que en este país cada año mueren más de 5,000 personas por padecimientos directamente relacionados con la contaminación del aire. Y eso no es culpa de los alemanes.

Hacen muy bien en verificar los 39,000 motores TDI 1.9 de VW que hay en México, pero harían mucho mejor si le dan sentido a las nuevas tecnologías anticontaminantes con los combustibles limpios que la ley dice que hoy en México se tendrían que vender.