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Me acerca Andrés Lajous el estudio sobre una epidemia de violencia ocurrida en la ciudad de Newark, New Jersey, a principios de este siglo. Sus ecos y sus posibles lecciones de cara a la violencia mexicana, apenas pueden exagerarse.

En el año 2006 fueron asesinadas 105 personas en Newark, casi el doble que en el año 2000.

Newark era fundamentalmente la misma ciudad en 2000 y 2006: básicamente con la misma población, la misma cantidad de bandas en conflicto y la misma cantidad y calidad de armamento.

Una reconstrucción del número de disparos realizados, demostró que no se había disparado más en 2000 que en 2006. Lo que se había casi duplicado era la intención de tirar a matar.

Algo había cambiado sustancialmente entre los grupos armados de la ciudad, que peleaban por los mismos territorios, tenían las mismas armas y habían disparado más o menos la misma cantidad de tiros en 2000, pero con casi el doble de muertos en 2006.

Había aumentado la práctica de lo que los autores del estudio, Brendan O’Flaherty y Rajiv Setih, llamaron “homicidio preventivo”: la convicción, compartida en todos los bandos, de que debían matar al adversario para evitar que el adversario los matara a ellos.

Los rivales habían pasado de verse y respetarse porque estaban armados, a verse y no respetarse, sino matar al otro antes de que el otro los matara.

“La gente está dispuesta a hacer cosas muy drásticas para evitar que la maten”, dicen O’Flaherty y Sethi. Entre ellas, matar preventivamente. Nuestra respuesta simple a la pregunta de por qué la gente se mata tanto en Newark es que matan para evitar que los maten. Un aumento en la expectativa de ser asesinado por el rival, aumenta los incentivos de matarlo primero. Bajo estas circunstancias es posible que la expectativa de más asesinatos produzca más asesinatos: la muerte engendra muerte”.*

No sé cuántos “ciclos Newark” de homicidios preventivos hay en el seno del matadero mexicano. Apostaría que muchos. La generalización de la violencia y de la creencia de estar librando una lucha a muerte, debe engendrar “ciclos Newark” a destajo.

*Brendan O’Flaherty y Rajiv Sethi: “Peaceable Kingdoms and War Zones” en el libro “The Economics of Crime: Lessons for and from Latin America” (University of Chicago Press, 2010).

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