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Como su paisano, el matador de toros Lorenzo Garza (Monterrey, Nuevo León, 14 de noviembre de 1908, ciudad de México, 21 de septiembre de 1978), el nuevo gobernador neoleonés, Jaime Rodríguez Calderón, alias El Bronco, está resultando ser “ave de las tempestades”. Así apodó al torero regio el periodista taurino don José Jiménez Latapí, don Dificultades. El sobrenombre surgió por la personalidad de Lorenzo proclive a los contrastes: si no daba la nota con el arte de su tauromaquia y alcanzaba triunfos memorables, hacía lo posible por provocar broncas y escándalos que en más de una ocasión lo llevaron a la comisaria. Triunfo o fracaso. Sol o sombra.

Según el periodista que lo bautizó como “el ave de las tempestades”, existe un ave acuática, llamada pretel, que deposita sus huevos en el nido durante las tormentas cuando aparecen en el horizonte rayos y truenos, por lo que se deduce que al espada del Cerro de la Silla le gustaba incitar al público, ponerlo en su contra, para que luego, con su toreo magnifico, las lanzas se trocaran en cañas. En ocasiones no aparecía su sin igual arte taurino y las lanzas se convertían en cojinizas, recordatorios familiares y broncas de órdago

A estas alturas de la columna se preguntará el lector el porqué del símil empleado por el redactor de lo que usted lee. El encabezado se me ocurrió por dos cosas: por un lado, el paisanaje entre la figura del toreo y el personaje de la política; por otro, la efervescencia que ha causado Jaime Rodríguez en los cuatro días que lleva como gobernador de Nuevo León.

Inclusive, este escribiente que se mostró entusiasmado por la candidatura independiente de Rodríguez Calderón y que, en su columna del pasado martes, elogió algunas frases de su discurso de toma de posesión dedicadas a criticar a sus antecesores, recibió reproches y observaciones negativas de algunos amigos que me juzgaron neófito por haberme ido con la finta. Me dijeron que el Bronco es, para el PRI, el equivalente que Vicente Fox fue para el PAN. A los que me dijeron eso, les pregunté que en qué momento de su discurso de toma de posesión —dedicado anticonstitucionalmente a sus hijos— el guanajuatense se les fue a la yugular a sus antecesores como sí lo hizo el Bronco.

Ahora voy a tratar de explicar a los lectores que hayan sentido que incliné mi comentario a favor del Bronco . Soy un hombre de buena voluntad y la mayoría de las veces creo en lo que está dicho con sinceridad. Así sentí al gobernador neoleonés: sincero y directo. Tal vez no sea políticamente correcto, pero prefiero al que llama al pan, pan y al vino, vino que al que se anda con rodeos.

Por supuesto que hay detalles que ejecuta el nacido en Galeana, Nuevo León, que me parecen excesos demagógicos, los cuales, es cierto, no critiqué en mi columna del martes. Por ejemplo, para mí si el susodicho fuera torero, para proseguir con el símil inicial, el “quite” de la silla no lo aplaudí por considerarlo un recurso barato ejecutado para apantallar villamelones. No me pareció que poner un letrero en la silla que usó Rodrigo Medina en su despacho, con la leyenda: “Peligro… No sentarse (sic) Esta silla enferma de poder y egolatría”, contribuya a iniciar el gobierno con el pie derecho. En el mismo orden taurino, la cabalgata de 450 jinetes que salió del río Santa Catarina hasta la Arena Monterrey más que una suerte del toreo, me parece del rejoneo.

De lo dicho a los diputados locales y federales y senadores: “Échenme una mano, no soy Supermán ni soy Santa Claus. Son de Nuevo León y les quiero pedir que me ayuden a tener recursos”. Creo que el enunciado está dentro del más puro estilo bronquista, el cual merece el beneficio de la duda. Por eso en mi criticada —por algunos— columna del martes, pedí le concediéramos los seis meses que pidió Jaime para empezar el gobierno singular que promete, so pena que de no hacerlo creeré que pudo más el oro que regalan en la fiesta de los bandidos que el cariño que dice profesar a su tierra natal y a su gente.

Por último y para reiterar que no todo lo que dice o hace el ahora gobernador neoleonés merece orejas y rabo, con la alternativa recién tomada ya escuchó los tres avisos; es decir, ya se le fue un toro vivo al corral, esto fue cuando expresó con la misma soberbia que tuvo Fox cuando, con la ignorancia que lo caracteriza, se proclamó el mejor presidente de este siglo incluyendo a Benito Juárez. El primer día de actividades de su gobierno el ingeniero Jaime Rodríguez Calderón expresó: “De qué sirve que estés vivo si no haces nada, hay que luchar para ser eterno. Yo ya soy eterno. No es soberbia. Hice lo que nadie hizo; dije lo que nadie dijo; hago lo que nadie hace, y mírame: comiendo tacos de barbacoa con aguacate”.

Una suposición: De haber sido invitado a esa taquiza, yo hubiera pedido los míos de barbacoa, pero sin aguacate, por el coraje que acababa de hacer con la frase que pronunció el Bronco.