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Cuando un país utiliza la depreciación de su moneda para incrementar la competitividad de sus exportaciones y estimular el crecimiento, se dice que está implementando una política de “mendigar al vecino” (beggar-thy-neighbor, en inglés). En muchas ocasiones, dicha política incluye también la implementación de barreras proteccionistas, de tal manera que el país que está aplicando la política se ve beneficiado a costillas de sus socios comerciales.

El episodio más conocido de propagación de este tipo de política ocurrió durante la Gran Depresión en 1930, cuando varios países buscaban reactivar sus economías mediante una mayor actividad en el sector exportador y la protección de su mercado doméstico. En aquella ocasión, el primer país en intervenir para debilitar su moneda fue Francia en 1928. Esto fue seguido por Gran Bretaña dos años después, al implementar restricciones a las importaciones de bienes.

La respuesta por parte de Estados Unidos no se hizo esperar y en 1930 aprobó una serie de tarifas a la importación de bienes con el objetivo de reactivar la industria doméstica. La decisión de EU provocó represalias de todos sus socios comerciales, acelerando el colapso del comercio global. El impacto fue más severo para los países que tenían un superávit en la balanza comercial, como el mismo EU. Aunque lejano, este episodio es relevante ante las recientes declaraciones de la nueva administración en EU con relación al valor relativo de las divisas de algunos de sus socios comerciales.

En menos de 10 días, desde que comenzó la nueva administración, el presidente y algunos de sus funcionarios han acusado a países como China, Japón y Alemania de explotar divisas subvaluadas para hacer sus exportaciones más competitivas. Aunque ésta no es la primera vez que miembros del gobierno estadounidense lanzan ataques contra China por manipular su moneda, las críticas a Japón y Alemania constituyen una acusación inédita en la era posguerra. Si bien es cierto que tanto Japón como Alemania se han beneficiado de un euro y un yen débil, casi nadie se atrevería a decir que Japón y Alemania están manipulando la paridad de éstas monedas.

Para la mayoría de los expertos, la fortaleza del dólar frente al yen y el euro se debe a una creciente divergencia entre las políticas monetarias de la Fed y la de los bancos centrales de estos dos países. Mientras que la Fed ha concluido con su programa de estímulos cuantitativos y está en proceso de incrementar gradualmente la tasa de interés de referencia, el Banco de Japón (BoJ) y el Banco Central Europeo (BCE) están en franca expansión monetaria.

Esta situación es similar a lo sucedido con el dólar entre el 2009 y el 2013, cuando la moneda estadounidense alcanzó su nivel más bajo en 20 años frente al yen, el franco suizo, el dólar canadiense y el dólar australiano como consecuencia de la expansión monetaria de la Fed. La depreciación del dólar hace unos años y la depreciación actual del yen y el euro son una consecuencia de la expansión monetaria, cuyo principal objetivo es combatir un escenario de deflación.

En el caso particular del euro, Alemania desde su ortodoxia monetaria ha sido uno de los principales críticos de la expansión cuantitativa implementada por el BCE. En el caso de China, las autoridades económicas llevan tres años permitiendo una apreciación gradual del yuan frente al dólar; sin embargo, esto no ha detenido las amenazas de políticas proteccionistas por parte de Donald Trump y sus principales asesores en materia económica.

Conforme pasan los días, queda claro que es más probable que el gobierno estadounidense intensifique sus ataques verbales contra otras divisas y con ello el incentivo a crear mayores barreras arancelarías, lo cual podría contribuir a detonar una guerra de divisas. No obstante, la escalada en la retórica pudiera ser simplemente una táctica de negociación del nuevo gobierno. De cualquier manera, el nivel de incertidumbre sigue creciendo.