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Durante los últimos días, ha aumentado considerablemente el número de opiniones que argumentan un creciente riesgo de recesión para la economía estadounidense. Entre las más destacadas, se encuentran la de JPMorgan y la de David Rosenberg (exestratega de Merrill Lynch reconocido por ser uno de los pocos en pronosticar la debacle del 2008-09). Para ambos, la conclusión es que hay suficiente evidencia para argumentar que el riesgo de recesión se encuentra en su nivel más alto desde el 2010.

En el caso de JPMorgan, la probabilidad de una recesión en cualquier momento durante los próximos 12 meses -medida a través de un modelo que incorpora una serie de indicadores financieros incluyendo datos de empleo, confianza del consumidor, índices de manufactura, permisos de construcción y ventas de autos- pasó de aproximadamente 20%, a finales del año pasado, a 30%, a principios de mayo, a 34%, la semana pasada, y a 36%, esta semana.

En el caso de David Rosenberg, las raquíticas cifras de empleo publicadas la semana pasada no son un dato aislado sino más bien el reflejo de una tendencia de debilidad que se viene forjando meses atrás.

Como hemos discutido en este espacio, la productividad en Estados Unidos llevaba estancada varios trimestres y estaba entrando en recesión. Para Rosenberg, era cuestión de tiempo que los datos de empleo comenzaran a resentir este débil desempeño de la productividad, ya que había una creciente brecha entre la robusta creación de empleo y los pobres volúmenes de producción del sector privado.

Para Rosenberg, estamos ante una situación muy similar a las observadas, en noviembre de 1969, mayo de 1974, diciembre de 1979, octubre de 1989, noviembre del 2000 y mayo del 2008, momentos que presagiaron el comienzo de una recesión en aproximadamente cinco meses, en promedio. La única excepción fue 1985-86, cuando la caída en el empleo y la productividad fue contrarrestada por un colapso en los precios del petróleo.

Desde la Gran Depresión de 1929, la economía estadounidense ha experimentado una recesión cada cuatro años, en promedio, y a partir de la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, las recesiones han ocurrido cada cinco años, en promedio.

El ciclo de expansión económica más largo desde la Gran Depresión duró 10 años, comenzando en marzo de 1991 y concluyendo en marzo del 2001. Las recesiones que precedieron y siguieron a este gran ciclo de expansión fueron relativamente cortas y poco profundas -ambas recesiones duraron menos de tres trimestres y la contracción promedió menos de 1% del PIB.

La expansión actual, que comenzó en julio del 2009, está por cumplir siete años, convirtiéndose en el segundo periodo de expansión más largo de los últimos 90 años. Aunque durante el 2011 y el 2012, hubo conatos de recesión, todo quedó en una desaceleración temporal. Claramente, los riesgos de recesión han aumentado y en esta ocasión, el aumento está más estrechamente ligado a factores domésticos que a eventos que pudieran provocar un choque externo.

No obstante, el escenario base para la economía americana sigue siendo el de una expansión, probablemente más moderada a lo anticipado para este año. Aunque la expansión actual ha sido duradera, también ha sido mucho menos vigorosa que otras, por lo que es probable que, en ausencia de choques externos, todavía le queden un par de años.

Por lo pronto, la Fed probablemente mantendrá su postura expansiva sin modificación y en caso de ser necesario, aunque es poco probable, podría recurrir a una nueva ronda de estímulos cuantitativos.