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Más asalariados demandan más productos y esto presiona la inflación.

El panorama luce así: el dinamismo económico fue evidentemente más lento durante el tercer trimestre pasado; las empresas públicas dejarán ver esta realidad en sus reportes corporativos. Pero al mismo tiempo, esa economía se ha convertido en una máquina de fabricar empleos.

Desde la perspectiva humana, de la economía familiar, nada mejor que ver que más estadounidenses son capaces de enrolarse en alguna actividad remunerada que les permita mejorar.

No es posible olvidar que la cifra de desocupación llegó en el peor momento de la gran recesión a los dos dígitos y que hubo meses del 2009 cuando se perdieron más de medio millón de empleos y que fueron millones las personas que perdieron trabajo, casa y esperanzas.

Hoy la tasa de desocupación está en 5.1%, un nivel que se dirige hacia el sueño de cualquier economía de tener pleno empleo. Por lo tanto, eso no puede ser otra cosa que un sinónimo de ciudadanos felices, electores tranquilos y paz social.

Pero el ingrediente que descompone la sazón económica estadounidense es la Reserva Federal y su política agresiva de reactivación económica que siguió por muchos años.

Esto es lo que hace de hoy y de las próximas horas un momento con altos niveles de estrés. Mañana conoceremos las nóminas no agrícolas de septiembre y la expectativa es que la maquinaria creachambas arroje un número muy positivo.

Por lo pronto, ADP y Moody’s Analytics dieron a conocer la adición de 200,000 nuevos empleos en diferentes sectores, como la construcción, los servicios y el transporte. Las actividades manufactureras dejan ver los efectos de la desaceleración industrial y la fortaleza del dólar.

Como sea, la expectativa es que mañana el dato de creación de empleos pudiera aportar una piedra más a los halcones del banco central estadounidense que está construyendo la escalera para subir las tasas de interés.

El temor es uno: más trabajadores encarecen la mano de obra, con lo que los empleadores compensan subiendo precios, a la par que más asalariados demandan más productos, lo que por definición es inflacionario.

Si bien en su pasada reunión de política monetaria los integrantes del Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal (Fed) dejaron ver sus temores por la parte externa, básicamente por China, los matices de la semana posterior apuntaron a que primero que nada está su propia economía; y que hay una tendencia entre los tomadores de decisiones a asumir medidas preventivas, graduales e inmediatas, antes que esperar movimientos bruscos correctivos después de que se pudieran presentar presiones en los precios.

Es la fecha en que la mayoría de los participantes de los mercados creen que el primer aumento llegará hasta el próximo año, pero eso no deja de expresar un buen deseo, porque saben que al final la Fed no se va a regir por encuestas.

Son datos como estos los que respaldan los dichos de Janet Yellen cuando adelanta que no son pocos los que estiman prudente que este año inicie el proceso de alza de las tasas de interés. De ahí tanto estrés en estas horas.