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El lunes de esta semana el Banco Central Europeo (BCE) inició con su programa de estímulos cuantitativos (QE, por su sigla en inglés) mediante el cual destinará hasta 60,000 millones de euros mensuales para la adquisición de instrumentos de deuda públicos y privados en un intento por estimular la demanda agregada y combatir la deflación. El programa durará por lo menos hasta septiembre del 2016, pero podría ser extendido en caso de ser necesario.

El BCE tiene claro que varios países y bancos de la eurozona tienen un problema grave de apalancamiento y que deben de entrar en un proceso de desendeudamiento efectivo cuanto antes. Con la excepción de España, los demás países con altos niveles de endeudamiento como Italia, Grecia e incluso Francia han sido poco exitosos en reducir sus razones de Deuda a PIB. No obstante, el BCE también tiene claro que el QE es una condición necesaria para que este proceso de desendeudamiento se pueda llevar a cabo de manera gradual y ordenada.

En términos llanos, el BCE empezará a imprimir dinero y lo destinará a adquirir instrumentos de deuda públicos y privados, con tres objetivos principales: i) bajar los costos de financiamiento para países y empresas en Europa; ii) provocar una depreciación del euro que ayude a mejorar la competitividad de la eurozona; y iii) provocar un aumento en las valuaciones –es decir inflación– de los activos financieros.

Este último punto tal vez sea la variable más importante para el éxito del QE. Si revisamos lo sucedido en Estados Unidos durante los últimos tres años, el alza en los precios de los activos financieros (tanto en bonos como acciones) fue fundamental para que el proceso de desendeudamiento se diera de manera ordenada y gradual, permitiendo una reactivación lenta pero efectiva de la actividad económica. Por un lado, el alza en los precios de los bonos mantuvo las tasas de interés de largo plazo en niveles históricamente bajos, reduciendo el costo de financiamiento para el sector público y privado.

Por otro lado, el incremento en el precio de los activos financieros ayudó a restaurar el balance patrimonial de la mayoría de las familias americanas y generó un efecto riqueza positivo que eventualmente se tradujo en un mayor consumo. El patrimonio de gran parte de las familias americanas está principalmente compuesto por dos activos, su vivienda y su fondo de retiro.

El QE ayudó a estabilizar los precios de las viviendas a través de una fuerte reducción en las tasas de interés para créditos hipotecarios, a la vez que el aumento en los precios de los activos financieros generó ganancias en los portafolios de los fondos de retiro.

El comienzo del programa de estímulos cuantitativos en la eurozona es un paso fundamental y una condición necesaria, mas no suficiente, para que este bloque económico pueda salir de su letargo. El QE contribuirá primero a un alza en los mercados accionarios europeos y eventualmente a una mejora en el perfil de crecimiento de la eurozona.

Sin embargo, este QE por sí solo no será suficiente para resolver las deficiencias estructurales en el marco económico y político de la eurozona. El impacto del QE en los mercados financieros será inmediato, pero su impacto en la economía real podría ser limitado si no es acompañado por un plan coordinado de estímulos fiscales, un plan de reformas estructurales de gran calado y un replanteamiento profundo de la relación entre los países de la periferia europea (como Grecia e Italia) y Alemania.

Dicho replanteamiento necesariamente tendrá que encaminarse hacia una mayor integración fiscal en el largo plazo. Sin estas medidas, cerrar la brecha de competitividad entre los países de la periferia y Alemania y mantener al euro como moneda única podría ser un reto muy complicado.