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El World Economic Outlook del Fondo Monetario Internacional (FMI) es uno de los análisis del comportamiento económico global más acreditado del planeta, por lo tanto genera polémica y despierta las pasiones y hasta la creatividad.

En México, por ejemplo, algunos sólo vieron un repunte en la estimación de crecimiento para el próximo año a 3.5 por ciento y así lo presumieron. Otros sólo vieron la baja para este 2014 a 2.4 por ciento y así lo consignaron. Unos más interpretaron que el FMI desdeñaba el impacto de las reformas en el crecimiento futuro porque no creen que alcance para algo más que un crecimiento inercial de 3.5 por ciento el resto del sexenio.

Es una duda justa la que tiene el FMI del comportamiento futuro de la economía, porque los planes de crecimiento que tienen desde el gobierno como resultado de las reformas energética y de telecomunicaciones responden más a corazonadas que a planeaciones específicas derivadas de compromisos de inversión reales.

En España presumen que el análisis del Fondo los pone como la cabeza del crecimiento europeo. En Argentina se enojan porque les pronostican una prolongada recesión. A Colombia le calcula casi 5 por ciento de crecimiento, pero a toda la región latinoamericana la baja a 1.3 por ciento.

El mismo documento, visto desde el cristal del primer mundo, es un adelanto del regreso a los tiempos de dificultades económicas, en especial para Japón y Europa. Las probabilidades de una nueva recesión en la eurozona son tan altas como 37 por ciento.

Y las posibilidades de una deflación en esa región alcanzan 30 por ciento. Claro está que la combinación de una inflación negativa con una recesión es una de las peores pesadillas para cualquier nación.

Japón hoy no tiene amenazas deflacionarias, pero sí una posibilidad de 25 por ciento de recaer en recesión pronto. Las medidas fiscales tiraron el consumo, pero eran necesarias ante los desequilibrios financieros que presenta esa economía.

El FMI en su carácter de mensajero adelanta esta posibilidad que coincidió en tiempo y espacio con un pésimo dato de comportamiento industrial en Alemania, que es la cabeza de la unión monetaria europea.

Este coctel fue suficiente para ahondar en la turbulencia financiera que azota a los mercados desde el mes pasado. Las bajas en las bolsas, en las tasas y en las monedas responden al temor a una enésima crisis mundial.

Y no es para menos, desde el 2008 y hasta la fecha, Europa ha tenido dos recesiones y estaría en camino de una tercera recaída.

Una nueva baja en Europa implicaría un nuevo contagio global con efectos en todas las regiones, incluso en aquellas que hoy tienen mejores perspectivas futuras.

El caso de América del Norte parece diferente. Estados Unidos y Canadá tienen un comportamiento coordinado de recuperación económica. México, desde su posición de mercado emergente, acompaña esa recuperación, pero con la peculiaridad de una economía con carencias del tercer mundo.

Entonces, atendiendo a los propios pronósticos del FMI veremos una economía que acompañe a Estados Unidos en su recuperación, aunque lo que venga en los siguientes años sea todavía incierto, por la duda razonable del resultado de las reformas.