No muchos prestan atención a este padecimiento que mata a 7 mil personas al año y cuesta 7 mil doscientos millones de dólares
Existe una enfermedad infecciosa provocada por un parásito, que puede ser transmitido a través de las heces de un insecto que es mejor conocido como “chinche besucona”, que es letal, su erradicación presenta altos costos y es una de las enfermedades más olvidadas en las sociedades: el Chagas.
El Chagas o la tripanosomiasis humana es una enfermedad endémica en varios países en América Latina, y que presenta mayores brotes en zonas rurales, comunidades indígenas y zonas urbanas marginadas, y se extiende desde México, reportando casos en países como Argentina y hasta el Caribe. No obstante, ya se han reportado casos en Estados Unidos, Australia, Japón, y en algunos países de Europa.
Se estima que más de seis millones de personas en el mundo la padecen. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, esta patología infecciosa ya reporta más de medio millón de infectados en países desarrollados.
A los 7 mil fallecimientos provocados por el Chagas cada año, se le debe de sumar que es una enfermedad con elevados costos de abatimiento, que minan la eficacia de los sistemas de salud en zonas vulnerables.
De acuerdo con los cálculos de un estudio publicado en la revista The Lancet, retomados por el diario El País, la suma de costes derivados del Chagas en forma de gastos sanitarios y productividad perdida (años de vida ajustados por discapacidad) alcanza un total global de 7 mil 200 millones de dólares cada año. Si lo queremos ver en términos de montos financiados para la ayuda de países desarrollados como la Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE), esta cifra supera el total de la ayuda de dicha organización en 2014 a la promoción de la salud global.
Médicos Sin Fronteras señalan que el Chagas es una “enfermedad invisible”. Reporta que llevan más de 100 años en Latinoamérica y, de acuerdo a sus datos, la padecen unos 15 millones de personas en el mundo, pero no es una enfermedad conocida por médicos, autoridades, medios y por la sociedad.
“Si los médicos no conocen la enfermedad, no piensan en el Chagas como una posibilidad, y entonces no se diagnostica. Sin diagnóstico, la enfermedad no existe. Si no existe, no necesita presupuesto y sin presupuesto no hay inversión, no hay mercado, no hay interés por parte de la industria farmacéutica”, señala la organización.
En tanto, los pacientes de Chagas mueren en silencio. Los enfermos y sus familias se enfrentan a una gran serie de obstáculos que imposibilita una respuesta eficaz y adecuada a sus problemas y menos del 1 por ciento de los afectados recibe el tratamiento que podría controlar o curar su enfermedad.
El control de esta enfermedad debería suponer una responsabilidad pública en la medida en que la eliminación del parásito en la persona con Chagas reduce la probabilidad de que se desarrolle la enfermedad y contribuye a la interrupción de la cadena de transmisión, uno de los grandes retos a los que se enfrentan los profesionales y las instituciones afectadas.
La esperanza contra el Chagas está en las experiencias de éxito que ya están teniendo lugar en contextos tan diferentes como las zonas rurales de Bolivia, la provincia de Buenos Aires o las comunidades de inmigrantes en California, donde acciones conjuntas entre actores públicos y privados ha proporcionado el liderazgo, los recursos económicos y la creatividad que precisan las poblaciones vulnerables afectadas.
Las experiencias que se pueden recoger en algunos países que han decidido prestar atención a la enfermedad deben ser el camino a seguir y deben ser replicadas en una hoja de ruta global que ya está siendo impulsada por las organizaciones Mundial y Panamericana de la Salud. Así, existirá una oportunidad contra la emergencia silenciosa del Chagas.
Con información de El País y Médicos Sin Fronteras
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