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Dilma Rousseff se declara inocente ante el Senado
Foto de AP

La presidenta suspendida de Brasil Dilma Rousseff se declaró este lunes inocente, describió a su sucesor interino como un “usurpador” y advirtió a los senadores que la historia los juzgará con severidad si destituyen mediante acusaciones falsas a una mandataria elegida democráticamente.

El esperado discurso de Rousseff ante los legisladores que decidirán esta semana si la destituyen de manera definitiva se caracterizó por la misma actitud desafiante que ha mostrado durante el proceso del juicio político en su contra, el cual ha dividido al país de mayor población en América Latina.

“Sé que seré juzgada, pero mi conciencia está limpia. No he cometido delito alguno”, declaró Rousseff a los senadores que la escuchaban atentamente, en contraste con la estridencia habitual de esa cámara.

La presidenta izquierdista, que está en la mitad de su segundo período, está acusada de violar normas fiscales para ocultar problemas en el presupuesto federal. Ella sostiene que no ha violado norma alguna y que sus adversarios están llevando a cabo un “golpe de Estado”.

Rousseff recordó a los senadores que fue reelegida en 2014 por más de 54 millones de votantes, y añadió que en todo momento se atuvo a la Constitución y buscó hacer lo que era mejor para el país.

Rousseff, una ex guerrillera que fue encarcelada y torturada durante la dictadura del país, y que se convirtió en la primera en ocupar la presidencia de Brasil, hizo una correlación entre su pasado y la situación actual.

“No puedo sino sentir la amargura de la injusticia”, afirmó en referencia al juicio en el que no sólo se decidirá su suerte, sino el futuro político de la nación.

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Dilma Rousseff. Foto de Internet

Durante su alegato de 30 minutos, Rousseff sostuvo que a principios de 2015 la oposición en el Congreso empezó a generar un clima de inestabilidad al negarse a negociar y arrojar lo que llamó “bombas fiscales” en momentos que disminuían los ingresos.

Dijo que el proceso de juicio político ha exacerbado la recesión en la economía más grande de Latinoamérica, y culpó de ello a la oposición, la cual ha argumentado que la mandataria debe ser destituida a fin de mejorar el ambiente financiero.

Rousseff tachó al presidente interino Michel Temer de “usurpador”. Temer, su vicepresidente convertido en enemigo, asumió la presidencia interina en mayo, cuando el Senado votó suspenderla durante 180 días mientras se preparaba el juicio. En caso de que sea destituida, él cumplirá el resto del período, que finaliza en 2018.

En referencia a Temer, Rousseff dijo que los brasileños jamás habrían elegido a un hombre que nombró un gabinete exclusivamente de hombres blancos en un país en el que más de 50 por ciento de la población no es blanca. El gabinete instalado por Temer en mayo ha recibido fuertes críticas por su falta de diversidad, y tres de sus ministros tuvieron que renunciar menos de un mes después de haber asumido el puesto al ser acusados de corrupción.

Rousseff dijo que había pagado el precio de rehusarse a suprimir una investigación policial sobre sobornos millonarios en la compañía petrolera estatal Petrobras, y dijo que legisladores corruptos se confabularon para destituirla y descarrillar dicha pesquisa.

Debido a la investigación, han ido a parar a la cárcel prominentes empresarios y políticos, algunos de ellos del Partido de los Trabajadores, al que pertenece la mandataria. Sin embargo, el asunto no para ahí: grupos independientes calculan que 60 por ciento de los 594 legisladores en ambas cámaras son investigados por irregularidades y muchos por corrupción relacionada con la pesquisa en Petrobras.

Rousseff dijo que era una “ironía de la historia” que gente acusada de crímenes graves la juzgara por delitos que no cometió.

“Les pido que sean justos con una presidenta honesta”, dijo con voz alterada por la emoción.

Luiz Inácio Lula da Silva, mentor y predecesor de Rousseff, y quien también está siendo investigado, observó la audiencia. “Ella dijo lo que tenía que decir”, afirmó.

Al término del discurso de Rousseff, senadores de oposición y de su partido comenzaron a hacerle preguntas, un proceso al que seguirá una votación en el Senado para destituirla permanentemente o no el martes o el miércoles.

Para que Rousseff sea retirada definitivamente del cargo, cuando menos 54 de los 81 senadores tienen que votar a favor. Conteos efectuados por medios de comunicación locales encuentran que 52 senadores han dicho que planean votar para retirarla del puesto, mientras que 18 se oponen y 11 no han definido su posición al respecto. En mayo, la misma cámara votó 55-21 para suspenderla y hacerle un juicio político.

Uno de los intercambios más agrios fue con el senador Aecio Neves, que perdió por escaso margen la elección presidencial ante Rousseff en 2014.

Neves la acusó de ganar diciéndoles mentiras a los electores y de “cometer irregularidades” en la forma de maniobras presupuestarias. Aunque la medida del juicio político sólo se centra en 2015, muchos senadores acusan a Rousseff de haber incurrido en irregularidades fiscales antes de esa fecha.

Rousseff rechazó las aseveraciones de Neves, y señaló que al día siguiente de la reelección de ella “fueron adoptadas diversas medidas para desestabilizar a mi gobierno”.

A medida que el interrogatorio a la líder suspendida se alargaba el lunes en la noche, sólo algunos senadores prestaban atención a sus respuestas, que tendían a ser largas.

Rousseff compareció el cuarto día del juicio, después de sesiones en las que ha habido insultos, gritos y una declaración del presidente del Senado, Renan Calheiros, de que “la estupidez es infinita”.

El proceso del juicio político comenzó a finales del año pasado y fue aprobado por la cámara baja en abril antes de que pasara al Senado en mayo.

Este drama ha consumido a Brasil durante todo el año, y el procedimiento continuó incluso durante los Juegos Olímpicos disputados del 5 al 21 de agosto en Río de Janeiro.

El lunes, varios cientos de partidarios se manifestaron frente al Congreso y aclamaron a Rousseff a su llegada al lugar. Se erigió un gran muro para separar a partidarios de la presidenta de los activistas que desean la destitución.

Antes de que la presidenta suspendida hablara, el titular de la Corte Suprema, Ricardo Lewandowski, quien preside el juicio, le advirtió a los senadores y a los espectadores que guardaran silencio.

Al finalizar el alegato de Rousseff, muchos senadores aplaudieron, y Lewandowski suspendió temporalmente la sesión.

“Esto es un juicio, no un debate político”, dijo.

Redacción